Un fuera de juego fantasma, un penalti cristalino, un colegiado ciego, un rival bronco y extramotivado, un campo inasumible hasta para la Primera Federación. El Dépor puede con eso y con más y así lo demostró esta mañana en Madrid. Cierra la primera vuelta con 43 puntos, ese golazo de William de Camargo en el descuento, con una grada blanquiazul viniéndose abajo y, sobre todo, con la sensación de hay equipo de carácter, de que está más viva que nunca la llama del deportivismo. Y a ver quién los para. Hasta en uno de sus peores partidos de los últimos tiempos, entendible por las circunstancias, el Dépor no dejó de creer, de empujar en los peores momentos, de sobreponerse a sus malas fases de juego y a las injusticias. Por encima de todo, el Dépor, un equipo, su gente. Todos en una misión. Inquebrantable, dentro y fuera del campo.  

¿Quién fue el mejor jugador del Dépor ante el DUX?

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Al DUX no le sobra la pelota, pero enfoca su juego a lo que supone, a lo que obliga este campo de Villaviciosa. Aprieta arriba, cambia de orientación, bombardea al área. Todo, mientras mide los espacios para todos y cada uno de los rechaces. Se vio claro desde los primeros minutos. Lo pasó mal el Dépor en el primer acto, aunque es cierto tuvo un par de acciones para poner tierra de por medio en el marcador. Un día antes Borja quería soltarse en este campo y, al final, optó por la versión de puño de hierro con cuatro pivotes. Noel le daba picante arriba y Víctor recorrido a la banda. Trigueros fue el elegido en la retaguardia, pero al cuarto de hora ya estaba en la caseta lesionado. Era el turno de Borja Granero para salir a achicar, a marcar y a liderar.

Intentó tocar y parecerse el Dépor a sí mismo en los primeros compases, a pesar las circunstancias. Cada visita a uno de estos campos demuestra lo ilógico que es que existan en esta categoría. Poco les debería quedar en esta renovada Primera RFEF, pero a veces las moratorias son interminables. Si a esa incomodidad, se le suman las faltas continuas sobre Juergen, nunca pudo soltarse del todo el Dépor, aunque sí es verdad que golpeó primero.

DUX-Deportivo LOF

Ya había avisado Héctor con alguna cabalgada y, en torno al minuto 20, Mario Soriano pudo coronar esa genialidad que se quedó a medias hace dos semanas en Riazor. Recorte en la línea de fondo, remontada, avance y servicio con el exterior, que no sin dificultades embocaba Noel. El Dépor por delante, quedaba mucho. Al menos, tenía margen.

Los posteriores, muy pocos, fueron sus mejores minutos antes del descanso. Hasta la media hora se acercó con peligro a la meta rival. Pudieron marcar Miku y Juergen. Algo le decía al deportivista medio que lamentaría estas ocasiones. Fueron el preludio de un último cuarto de hora de terror. Acabó empatando el DUX en un saque de esquina y era casi inevitable. El equipo coruñés, cada vez más aculado y sin la pelota, no llegaba a un rechace, concedía faltas laterales y saques de esquina a puñados. Mackay y el achique sostenían al equipo, no iban a durar siempre. Llegó el castigo, también la justicia.1-1.

Los primeros minutos del segundo tiempo alumbraron a un Dépor que tenía muy claro que no se podía repetir su final de primer acto. Cuanto más cerca estuviese de su portería, cuanto más tarde llegase a cada rechace, cuanto más protagonismo cediese al DUX, peor le iría. Era evidente. Salió tocando, adelantando líneas, siendo más punzante. Esas eran las intenciones y eran fácilmente adivinables. Y en tres minutos todo se vino abajo. Y no por su culpa.

DUX-Deportivo LOF

Toda la polémica y el golpe se originó en un pase en profundidad del DUX en el que acabó produciéndose un rechace. El juez asistente levantó el banderín en señal de fuera de juego, Víctor García dio por terminado el lance, algo que tampoco debería haber hecho. Pero instantes después el linier se arrepintió y lo bajó. La acción se reanudó con el Dépor fuera y David Barral marcando a placer, sin oposición. 2-1 y todo el deportivismo con la boca abierta. Casi nadie sabía qué le había llevado al colegiado a no detener el juego, quizás haya paralelismos en la jugada con aquella del Francia-España de la Liga de Naciones. Solo él lo sabe, solo había perjuicio para el Dépor. Aún así, fue uno de tantos debes en la labor de un colegiado que se afanó en demostrar que no se amilana ante los grandes. Sobreactuado, permitió el juego brusco y bronco del DUX. Juergen y Noel salieron acribillados del campo, perdonó un par de expulsiones, a Zambrano y a Herrera. Un cuadro del que ese 2-1 es uno de tantos brochazos.

El tanto terminó de espolear a un Dépor que ya se había activado, pero no lo suficiente. Sus siguientes minutos fueron de gama alta dentro del encuentro. Más velocidad de pelota, más combinación de juego en largo y en corto, y ahora por fin el DUX estaba incómodo. Olor a 2-2. Y llegó. Pronto. Borja Granero, que salió muy bien al campo y que terminó de levantar y contagiar a sus compañeros, hizo el empate en el área entre rechaces tras un saque de esquina. Minuto 56. El DUX reclamó alguna acción punible en el lance. Lógico, cuando te dan siempre es mejor seguir pidiendo.

Por el vaivén de goles, por los roces, por una supuesta injusticia arbitral con ambos equipos y por el hecho de que David Barral estuviese en el campo, el voltaje del partido no paró de aumentar. Hasta Borja tenía piques en la banda con jugadores madrileños. El Dépor apretó en los siguientes minutos, pero poco a poco su rival le volvió a contagiar de su ritmo, se volvió a hacer dominador. Mal panorama. El equipo coruñés necesitaba cambios, tardaron en llegar. Salían Álvaro Rey y William a escena.

La igualada empezaba a sentirse inamovible e incluso parecía que si un guardameta iba a tener trabajo en los últimos minutos ese era Ian. No significaba tampoco que el Dépor no lo dejase de intentar, le faltaba profundidad, llegaba poco. Su contrincante estaba bien plantado. Pero, claro, faltaba que entrase William en el duelo. Tardó, pero su magia hizo efecto. No a la primera porque el colegiado se desentendió en una pena máxima clara, más allá de las intenciones del brasileño en al jugada, pero sí a la segunda con un disparo que se clavó en el poste, en la red y en el corazón de todo el deportivismo. A los genios solo hay que esperarlos y al Dépor, también.