La peor amenaza para el Deportivo consistía en que el sentimiento construido a su alrededor durante los últimos 30 años languideciera por la crisis en la que se instaló el club, condenado a las catacumbas del fútbol español. El deportivismo y el vínculo con la afición estaban a prueba después de innumerables decepciones y tras en una temporada especialmente dolorosa por el ascenso frustrado a Segunda División.

Ese espíritu se encargaron de mantenerlo vivo un grupo de canteranos que apenas conocieron los éxitos del equipo de refilón y que sin embargo han ido creciendo desde la base, en muchos casos recorriendo el camino al completo en las categorías inferiores. Ayer disputaron un partido de la máxima competición europea juvenil ante 20.115 aficionados en lo que fue una fiesta del deportivismo.

Deportivismo de récord

Es la segunda mayor cifra de asistencia en toda la historia de la Youth League, solo superada por los más de 30.000 espectadores que reunió un Krasnodar-Real Madrid en el 2018. El listón estaba muy alto después de las dos eliminatorias previas que los muchachos de Manuel Pablo disputaron en el mismo escenario. Ante el Pogon Szczecin polaco congregaron a más de 8.000 deportivistas y frente al Maccabi Haifa se superaron los 12.000. Ayer se esperaba que el grupo de canteranos más prometedor en los últimos 25 años de historia del club pulverizara esas cifras y los pronósticos se cumplieron.

Deportivismo de récord

La de ayer en la eliminatoria de play off frente al Dinamo fue la entrada más alta en Riazor en todo lo que va de temporada, mayor incluso que cualquiera de las que haya registrado el primer equipo. La más elevada de los de Borja Jiménez fue ante la Unión Deportiva San Sebastián de los Reyes y apenas se rozaron los 15.000 aficionados. Eso habla de la manera en la que han conectado estos juveniles con la afición deportivista, entregada y a la vez orgullosa a pesar del triste desenlace de la eliminatoria de ayer.

Deportivismo de récord

Rugió como nunca Riazor, como en aquellas citas que han quedado un poco olvidadas en medio de la pandemia y los sinsabores que ha arrastrado el club recientemente. Apretó la grada cuando más lo necesitaba el equipo de Manuel Pablo en una tarde genuina de fútbol, con el estadio plagado de aficionados de edades tempranas que han encontrado una generación con la que identificarse y crecer de la mano.

Deportivismo de récord

Lo hizo de maravilla el club en ese sentido, convirtiendo una cita así en una fiesta del fútbol coruñés. La única pena es que no se podrá repetir esta temporada y para siempre quedará la duda de si los más de 20.000 que ayer acudieron a Riazor se podrían incrementar en una hipotética eliminatoria de octavos de final.

Lo más probable es que hubiera ocurrido a la vista de la expectación que levantó el partido de ayer. Cuando ya habían transcurrido 20 minutos de la primera parte todavía seguía entrando gente a Riazor debido a las colas que se formaron en los accesos por la obligatoriedad de presentar el certificado COVID. Casi nadie se fue después cuando se consumó la eliminación y se desvaneció el sueño de los Noel, Yeremay, Mella, Dani Barcia, Brais Suárez, Nájera, Jairo y Víctor Guerra. Buena parte de la afición permaneció en sus asientos ovacionando al grupo de Manuel Pablo mientras recorría el césped en una vuelta de honor que quedará para el recuerdo del deportivismo y de la competición.