La Opinión de A Coruña

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LA PELOTA NO SE MANCHA

Cuando el problema va más allá de la puntería en el Dépor

Borja JIménez en el Deportivo-Racing de Ferrol CARLOS PARDELLAS

El Dépor sigue sin encontrarse. Frustrado, eterniza esa sensación de impotencia en cada partido. Puede haber algún brote verde, pero es que no rompe, no le da. Ya son varias semanas en las que no tiene soltura con su fútbol, con su situación. Quiere, insiste, no puede. Solo le ha aliviado el empate del Racing del Santander en Talavera. Su rival es humano, también es susceptible de que le tiemblen las piernas, de sufrir mal de altura. Hay partido, hay caza. El miércoles llegará una nueva oportunidad de volver a comprobar de qué pasta está hecho el líder, a pesar de Pablo Torre.

Aun así, poco o nada ganará el Dépor en la comparación. El ascenso no deja de ser una lucha entre rivales, en la que sube el mejor o el menos malo, pero el verdadero motor de los blanquiazules para las próximas semanas es volver a ser el equipo que era o incluso, si es posible, alumbrar una versión mejorada. Mientras no dé cierto nivel, mientras no gane con regularidad, mientras no haga cuero para afrontar los momentos clave, no habrá una lucha real. El resto es artificio, falsas ilusiones. Una esperanza vacía es la peor trampa, un boomerang que regresa con fuerza.

Aunque se diga mil veces y Borja Jiménez proclame que fueron “infinitamente superiores” que al Racing de Ferrol, los problemas del Dépor van más allá de tener el punto de mira desviado o de la falta de finura de ciertos futbolistas capitales. ¿Cuántas veces tiró entre los tres palos ante los ferrolanos? ¿Cuántas ocasiones claras tuvo cada equipo? ¿Es lo mismo tener posesión a tener dominio del partido? Fue un duelo igualado, en el que nadie mereció más que un empate. Cualquier deportivista jurará para siempre en arameo cada vez que vea repetida la mano de Yeferson Quintana en el área. Es lógico, entendibles todos y cada uno de los bramidos. No lo pueden tapar todo.

Josep Calavera y el trivote

Sigue sin carburar el ataque de los coruñeses, más allá de que le sentase bien la entrada de Josep Calavera y el regreso de un trivote que le equilibró. Sin excesivo juego interior, con poca presencia en el área y un delantero sobre explotado, mejoró en la salida de balón. Un primer paso. El atasco, la falta de ideas llegaban entonces más adelante. Sus rivales ya tienen una idea muy aproximada de cómo desactivarle con el repliegue intensivo, cerrando por dentro e hinchándose a despejar centros laterales. Más un conjunto de nivel como el Racing de Cristóbal Parralo. ¿Ha habido contrapropuesta ofensiva? ¿Se ha producido alguna incisión táctica que revitalice el juego de ataque de los blanquiazules? El clic, la mejoría debe llegar más allá de la recuperación futbolística de jugadores que fueron muy importantes y certeros en la demoledora primera vuelta. Tampoco debe fiarse únicamente a que alguno de los contrincantes (Racing de Santander o Celta B) entre en barrena.

Mientras no dé cierto nivel, no gane con regularidad y no haga cuero para los momentos clave, no habrá una lucha real

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El técnico también se afanó en decir el sábado que “hay que hacer más, hay que hacer más”. Cierto. La clave es también tener claro el sentido, además de la insistencia. Si no hay precisión en el diagnóstico, temporal o deficitario será el arreglo. La ceguera es el primer paso para realizar un viaje hacia ninguna parte y consumar el desastre.

Flaco favor a Miku

El venezolano está jugando más que nunca en toda su carrera. A sus 36 años y camino de los 37, hace dos meses parecía que podía con todo. Ya no es así. Roza los 2.000 minutos y una proyección hasta final de liga le sitúa por encima de los 3.000, una barrera que no ha superado en los tres lustros que lleva de en el fútbol español.

Le sentó bien la entrada de Josep Calavera y el regreso del trivote. Continúa sin claridad unos metros más arriba

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Casi a la par que el Dépor, sus prestaciones han ido a menos. Dos meses sin marcar y cada vez más agotado, peor surtido, desconectado del juego del equipo y consumido por permanecer tantas y tantas horas en el campo sin ver puerta. Un agujero negro. Ni desde los once metros. Es un roble como jugador, como competidor, pero es una situación que le consume a cualquiera. Y Borja no le está ayudando.

La sobreutilización, la sobreexposición juega en su contra. Cada fin de semana 90 minutos, nunca menos de 80. Quiles y Noel no son alternativas reales para sustituirle. Uno como acompañante o en la banda y el otro para el mismo cometido y con minutos residuales. El Dépor ya hizo una planificación escueta para darle espacio al canterano y para convencerle de que renovase. Las decisiones de las últimas semanas están agudizando esa percepción de que el Deportivo está jugando casi toda la temporada con un único delantero. Es inviable, contraproducente.

Si Borja no creía en Quiles o Noel como alternativas a Miku en ataque, el club debía haber acudido al mercado

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La apuesta de la secretaría técnica era arriesgada, pero entendible, siempre que el entrenador creyese en esa mano. Si él consideraba a Quiles solo como un buen acompañante o no contemplaba a Noel como un suplente real para el momento crucial de la temporada, el Dépor tendría que haber acudido sí o sí al mercado. Fuese Ángel Rodado o fuese quien fuese. Más extraña parece aún la situación del delantero de Silleda porque en el ecuador del ejercicio disfrutó de cinco titularidades en seis partidos. Es cierto que no como referencia y siempre con Miku. ¿Pero qué ha cambiado para ese volantazo brusco? El Dépor necesita calibrarse. Está a tiempo. Depende de él.

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