1-0 | Yeremay saca al Dépor de un apuro

El canario aprovechó los pocos minutos que le dio Cano y forzó el penalti que decidió el partido en el descuento | El acierto de Quiles desde los once metros hizo justicia, aunque el equipo no fue el de siempre en Riazor

Olía a empate cuando Yeremay saltó el campo al filo del minuto 90, con muy poco tiempo por delante para iluminar la versión más nublada del Deportivo en Riazor. El canario entró en juego solo dos veces, suficientes para decidir el partido con su desparpajo y desborde, justo lo que le faltó al Dépor hasta su ingreso en el césped. Encaró, se marchó de su par y acabó siendo derribado dentro del área. Un auténtico salvavidas para el equipo coruñés, que a última hora acabó amarrando tres puntos vitales en su carrera por el ascenso directo. Quiles no falló desde los once metros y su acierto evitó una tragedia en Riazor. Cuarta victoria consecutiva del Dépor en casa. Merecida por insistencia y corazón, que no por fútbol, porque el equipo coruñés no fue el de siempre en su estadio.

Dominó, sí, tuvo la pelota, también, pero sin acabar de poner cerco a la portería rival combinando con fluidez. Sus mejores ocasiones fueron a balón parado, sobre todo desde el córner. Incluso el Mérida se acabó creciendo y también tuvo sus llegadas peligrosas en la segunda parte. Al final, Yeremay sacó al Dépor de un apuro con una acción de talento, el que se espera de Saverio y aún no ha destapado. Dos partidos, los dos grises para el canterano del Barça desde su llegada. Es lo que tiene subirse en marcha cuandio se lleva tanto tiempo parado. Puede y debe mejorar, igual que Lebedenko, otro de los recién llegados con capacidad para aportar bastante más.

El Deportivo tenía la oportunidad de meter presión a sus rivales directos por la primera plaza, que juegan este mediodía. El Castilla y el Alcorcón se enfrentan entre ellos en Valdebebas y el Córdoba visita el campo de Unionistas. A la fuerza será una jornada positiva para el equipo coruñés gracias a su triunfo de ayer ante el Mérida, decidido a última hora desde el punto de penalti pese al buen inicio de partido del Deportivo. En esa fase inicial sí fue ese equipo valiente y con recursos que suele arrinconar a sus rivales en Riazor. A base de empuje y del balón parado, sobre todo desde el banderín de córner, el conjunto blanquiazul estuvo muy cerca de adelantarse en los primeros minutos. Pablo Martínez y Olabe tuvieron las más claras pero el 1-0 se resistió y poco a poco el Dépor fue espaciando más sus llegadas. Le faltó fluidez pese a la insistencia de Rubén Díez por ofrecerse a sus compañeros y a la solidaridad de Lucas retrasando su posición para dar continuidad al juego. Por dentro, imposible; y por fuera, nada de nada, solo el incombustible Antoñito.

Deportivo - Mérida

Deportivo - Mérida / Carlos Pardellas

Los blanquiazules tenían la pelota, pero les faltaba precisión e imaginación a partir de tres cuartos de campo, ese último pase o ese regate para marcar de verdad las diferencias y sorprender a un rival bien plantado y cada vez más cómodo a medida que iban pasando los minutos. Un disparo lejano de Antoñito y un cabezazo de Villares fueron las mejores aproximaciones del Dépor hasta la última acción de la primera mitad, en la que Martínez volvió a quedarse a pocos centímetros de anotar. Desvió la pelota lo justo con la punta de su bota pero Palomares evitó el 1-0 con una gran parada. Sin acabar de hacer un partido redondo, el Dépor ganaba claramente a los puntos pero le volvía a faltar puntería, como en su anterior comparecencia en Riazor ante el Rayo Majadahonda.

Tras el paso por la caseta el partido entró en un ida y vuelta constante, con llegadas a las dos áreas, un intercambio de golpes peligroso teniendo en cuenta la capacidad para asociarse de futbolistas tan talentosos como Larrubia. Faltó control y contundencia para evitar las transiciones de un Mérida que ni mucho menos se dedicó en exclusiva a defender. Eligió bien los momentos para estirarse y acabar jugadas con peligro, aprovechando los espacios cada vez mayores que fue dejando el Dépor. Ahí apareció Mackay para sostener al equipo coruñés, que entró en la recta final con los niveles de impaciencia y ansiedad al máximo.

La entrada del impetuoso Svensson ayudó a volver a inclinar el campo hacia la portería visitante. También colaboró desde el banquillo Soriano, quien de la nada se sacó un gran disparo desde la frontal del área. El balón dio en el poste y de milagro no entró en la portería extremeña. Antes había golpeado Lucas, casi sin ángulo, con un lanzamiento duro al que Palomares respondió con otra mano salvadora.

El Dépor veía cómo se le estaban esfumando dos puntos de oro, de los que se echan en falta a final de liga, y arriesgó en busca del gol de forma casi desesperada, desajustándose y concediendo varias contras peligrosas al Mérida, la más clara justo antes del penalti sobre Yeremay. El canario entró muy tarde, demasiado, pero igualmente resolvió.

Esta vez el fútbol le sonrió al equipo coruñés en forma de victoria en el último suspiro. Alguna vez tenía que ser. En Badajoz voló un punto al final, en Alcorcón otro, y el pasado fin de semana en San Fernando se escapó una victoria por no saber gestionar esos minutos tan críticos. Ayer, por fin, el desenlace fue favorable. Dos puntos extra sobre la bocina gracias a esa acción individual de Yeremay, un auténtico tesoro teniendo en cuenta lo que se avecina, dos salidas consecutivas a los campos del Sanse y el Talavera. Ahí está la gran asignatura pendiente del Deportivo, lejos de Riazor. Debe dar un paso al frente como visitante para aspirar de verdad a esa primera plaza, pero de momento amanece a un solo punto del liderato y mete presión a los rivales, como era su obligación.

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