La banca ya cerró 1.500 oficinas en Galicia y salió de medio centenar de ayuntamientos

El sector finiquió seis de cada diez sucursales en la comunidad desde 2008, a la espera de lo que pase entre BBVA y Sabadell

La red se redujo a niveles de hace 50 años

Cajero del BBVA en Ourense.

Cajero del BBVA en Ourense. / Iñaki Osorio

Julio Pérez

Entre la confirmación de las conversaciones con la primera propuesta de matrimonio de BBVA al Sabadell y el comunicado que las enterró pasaron solo 11 días. “Han concluido sin que se haya llegado a un acuerdo”, trasladó el grupo liderado por Carlos Torres Vila a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el 27 de noviembre de 2020. Oficialmente no transcendieron los detalles, pero a la aspirada fusión se le atragantó la valoración de los activos en el proceso de due diligence recíproco que llegó a realizarse. Eran otros tiempos realmente. La pandemia pasaba todavía factura a la economía en vísperas de una nueva oleada de restricciones por el alza de contagios tras las fiestas navideñas, cundía la incertidumbre y la banca exprimía la digitalización para superar la encrucijada y aliviar el impacto en sus cuentas del largo ciclo de tipos de interés a 0.

La segunda pedida de mano viene esta vez con carta del propio Torres Vila al consejo de administración de la entidad catalana y lista de bodas incluida. BBVA propone un canje de acciones de una nueva suya por cada 4,83 de la entidad presidida por Josep Oliu con una prima del 30% sobre el cierre de la cotización del pasado lunes, tres sillones del consejo —una vicepresidencia, entre ellos—, una integración de personal que respete “los principios de competencia profesional y méritos” sin “medidas traumáticas” y la posibilidad de aunar las dos marcas “en aquellas regiones o negocios en las que pueda tener un interés comercial relevante”.

El ajuste de la red bancaria en España.

El ajuste de la red bancaria en España. / Hugo Barreiro

El Sabadell lo hizo ya con el Gallego en Galicia. Se territorializó preservando su apellido para visibilizar el apego a la región, tras hacerse en abril de 2013 con el negocio de la vieja participada de Caixanova en la subasta exprés impulsada por el FROB como paso previo a sacar a puja la nacionalizada integración de las dos cajas de la comunidad. Fueron dos de los procesos que marcaron la profunda reestructuración financiera aquí, junto con el salto del Pastor primero al Popular y luego al Santander.

El sector ya arrastraba desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 un goteo constante de cierres de oficinas, que arreció con más fuerza durante la oleada de fusiones posteriores y pisó de nuevo el acelerador en pandemia por el tirón de la digitalización y la búsqueda de rentabilidad. Fruto de ese histórico ajuste, la red bancaria en Galicia mermó a niveles de hace 50 años. Quedaban operativas 1.015 sucursales operativas a finales de 2023, según el balance del Banco de España. Los datos del organismo se remontan hasta diciembre de 1974, cuando incluso había más oficinas que ahora en la comunidad: 1.060.

A lo largo del pasado ejercicio bajaron la persiana 7 sucursales en Galicia, la menor cifra desde el arranque de la reconversión del sector. En todo el país fueron 56. El recorte acumulado de red es muy parecido en ambos casos. En la comunidad alcanza el 60%, con 1.524 oficinas menos; y el 61,7% (18.439 clausuras) en el conjunto del Estado desde los máximos alcanzados a mediados de 2008. Los bancos tenían en aquel momento 46.118 puntos de atención al cliente, de los que 2.539 estaban en Galicia.

En 54 concellos (el 17% del total) no hay ninguna sucursal funcionando. En ellos se han centrado las medidas de lucha contra la exclusión financiera de la Xunta, con el convenio con la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp), para colocar cajeros, y la instalación de cajeros también en recintos de Correos impulsada por el Ministerio de Economía. En otras 131 localidades gallegas (el 41% de los ayuntamientos) hay abierta una sola.

El hachazo es mayor en las provincias de Pontevedra y Ourense, donde desaparecieron el 63% de sus oficinas: 524 y 237, respectivamente. En A Coruña el 59,4% (592 menos) y el 50,9% en Lugo (171). Cataluña lidera el retroceso de la red financiera en España tras un descenso del 73,6%. Le siguen Madrid (68%), Comunidad Valenciana (66,4%) y Baleares (66,3%). Los descensos menos acusados están en Navarra (43,9%), Extremadura (44,8%) y Castilla-La Mancha (45,6%).

Los cinco principales grupos bancarios presentes en Galicia concentran el 90% de toda la red comercial en estos momentos. Abanca tiene 435 oficinas; Santander posee 150; Caixabank controla 143; BBVA otras 114; y el Sabadell Gallego dispone de 63, según los datos de 2022, los últimos disponibles en sus patronales AEB y CECA. En todo este tiempo, la merma de oficinas ha ido en paralelo a la caída del crédito. El saldo en vigor se desplomó en 22.600 millones de euros, un 33% menos. El ahorro depositado por los gallegos, en cambio, se disparó en 29.600 millones, casi un 60% más.

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