Cuando la pleamar se une al mar de fondo en Riazor y Orzán, las olas buscan el lugar de la ciudad del que las echaron. Con nombre atlántico, la propuesta ciudadana y de partidos encabezada por Xulio Ferreiro estalló contra la coraza del Palacio de María Pita y contra cualquier previsión. Diez concejales. Empate técnico con el Partido Popular, cuya mayoría absoluta se ha mostrado más delicada de lo esperado y hace viajar a Carlos Negreira en el tiempo hasta 2007. El emblema de la conquista del voto urbano para Alberto Núñez Feijóo hace cuatro años es hoy también la cara del castigo del ciudadano. En el PSOE suman un nuevo récord histórico negativo, pasando a tercera fuerza de la Corporación. El BNG solo consigue retener un escaño y entre Ciudadanos y Unión Coruñesa arañan casi 10.000 votos. Con el 94,39% del escrutinio, el último dato publicado anoche por Interior, ambos se quedaban sin representación.

No se lo esperaban ni ellos, pero a partir de las ocho de la tarde muchas mesas comenzaban a caer en el saco de los mareantes, incluso en bastiones populares como el Ensanche, obligando a borrar al PP una de las líneas clásicas de su argumentario: "los pactos entre perdedores". En la foto finish, los populares se estiraron sobre la cinta de meta para ganar a la Marea por un raquítico margen de 54 votos, según informó en su comparecencia a la una de la madrugada el propio Negreira. Se cerraban cuatro años de mayoría absoluta con un proyecto de ciudad que no ha sido refrendado por las urnas. Xulio Ferreiro se convertía, también con el impulso de Pablo Iglesias y Ada Colau, en el conquistador, cabeza de una fuerza debutante por la que renunciaron a sus siglas Esquerda Unida, Anova, Podemos, Equo, Compromiso por Galicia y Espazo EcosocialistaXulio Ferreirocon el impulso de Pablo Iglesias y Ada Colau.

Han sido las segundas elecciones con mayor participación de la historia de los comicios municipales en A Coruña, con un 60,08%, un porcentaje solo superado por la convocatoria de 1995 y un punto por encima de la de 2011, cuando Negreira aniquilaba al PSOE y se erigía cómodamente como nuevo alcalde.

El día de ayer robó a los populares cuatro concejales. De un 47,7% de los votos en los anteriores comicios al tercio escaso del electorado de ayer. De 51.286 papeletas a 36.814 (por 36.700 de la Marea), según datos ofrecidos por el PP. Calamidad. Estupefacción. Unos 15.000 apoyos se fueron extraviando por algún agujero del Gobierno municipal, comandado por un Carlos Negreira, convencido hasta hace muy poco de que su sólida actuación y propuestas estrellas como La Marina le harían prácticamente inmune contra los amenazantes aires de cambio y las perspectivas negativas de su formación a nivel estatal. Diez mil de los votos perdidos los sumaron entre Ciudadanos y Unión Coruñesa, pero sin alcanzar ninguna el 5% de voto emitido necesario para tener representación en la Corporación.

¿Y quién gobernará? La fuerza más votada, en este caso el PP, tendría alcalde en minoría si no se llega a algún acuerdo de gobierno en veinte días, por lo que Marea Atlántica, también sin mayoría absoluta (14 ediles) para que Xulio Ferreiro sea elegido regidor directamente, no dependería de sí mismo de confirmarse la pírrica victoria popular.

Una de las llaves la tendría el PSOE, que ahonda en su ruina con dos ediles menos, que se suman a su vez a los tres concejales que desaparecieron de su fotografía en la anterior convocatoriaPSOE. En ella, los socialistas perdían la Alcaldía después de 28 ejercicios. A años luz de ser capaces de aprovechar el desgaste del PP, la fuerza hegemónica de las primeras tres décadas de democracia en A Coruña no consigue reiniciarse con la veterana Mar Barcón al frente, perpetúa una enfermedad para la que no ha encontrado medicina y pasa a ser tercera en la Corporación con seis concejales, en otro de los titulares históricos que deja la noche electoral.

Y pudo ser peor porque, con un 94% del voto escrutado, el BNG tenía a cuatro centenares de papeletas arrebatarle ese sexto concejal. Los de Xosé Manuel Carril se quedan, sin embargo, con solo un representante en la Corporación de los cuatro que disfrutabanXosé Manuel Carril. Debacle con menos de la mitad de los votos de 2011 y, al mismo tiempo, resistencia, con el fantasma de la desaparición recorriendo los pasillos de su casa, que compañeros de otros concellos no han logrado espantar.

Y pese a que la prevista fragmentación del pleno en cinco o seis fuerzas se daba como segura, Ciudadanos no consigue entrarCiudadanos. Tampoco quien le disputó la figura de Albert Rivera como reclamo durante la campaña, Carlos Marcos, que vuelve a fracasar en su tercer intento coruñesista de ser concejalCarlos Marcoscoruñesista. En Ciudadanos, con Santiago Folla-Cisneros a la cabeza, seguían esperando ayer al escrutinio total, al estar en el 4,87% de los votos, tocando con los dedos el umbral para tener una representación que le regalaban los sondeos. Las tres últimas fuerzas, a falta de la publicación de un 6% del escrutinio, serían Alternativa dos Veciños (1.723), Pacma (1.390) y UPyD (682).

El PP pierde el poder urbano

El 24 de mayo de 2015 quedará señalado como un hito en la historia de la política gallega. Los ciudadanos han decidido dar un vuelco al paisaje municipal propinando una severísima derrota al PP, que en la práctica pierde todo su poder urbano y debe conformarse con victorias menores en concellos pequeños, en donde, pese a todo, también sufre un notable desgaste. La jornada negra del PP se culmina con la pérdida de las diputaciones de Pontevedra y A Coruña, donde los socialistas tienen todas las papeletas para gobernar en los apoyos de nacionalistas y Mareas. En el caso de Pontevedra, Carmela Silva podría ser la nueva presidenta provincial.

El PSOE sigue en caída libre y, lejos de beneficiarse del fracaso de su principal adversario, no aprovecha la desafección hacia los populares. Tan sólo la victoria aplastante, sin precedentes, de Abel Caballero en Vigo, con 17 concejales de 27 posibles, ha salvado una jornada electoral que los socialistas cierran con un balance decepcionante.

El BNG sufre una hecatombe. Un partido que en 2009 tenía la vicepresidencia de la Xunta y un buen puñado de concellos, ha devenido en una formación testimonial, residual. La victoria de Miguel Anxo Fernández Lores en Pontevedra, pero sin mayoría absoluta, no puede maquillar un colosal desastre. Junto a la figura de Caballero, el protagonista absoluto de estos comicios, el otro triunfador son las conocidas como Mareas, plataformas heterogéneas de ciudadanos, de inspiración transversal. Estos colectivos han sabido atraerse el descontento y el hastío de los gallegos hacia los grandes partidos, sobre todo en las ciudades, hasta el punto de tener serias opciones de gobernar A Coruña, Santiago y Ferrol.

En la antesala de unas elecciones generales, el PP sale muy tocado de la cita con las urnas. Ni los pronósticos más pesimistas habían vaticinado un fiasco de tal magnitud. Pese a ser la formación que más apoyos ha cosechado (524.000, con el 35,77% de los sufragios), la más que probable pérdida de las ciudades convierte ese hecho en una victoria pírrica. En A Coruña, Carlos Negreira no ha sido ni capaz de ser la primera fuerza. En Santiago, la situación todavía es peor. Agustín Hernández, el exconselleiro por el que apostó el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo, protagoniza un formidable batacazo. Compostela Aberta, de Martiño Noriega, le sucederá con toda probabilidad.

Ferrol, Lugo y Ourense tampoco han sido terrenos propicios para el PP. En la primera, las Mareas podrían gobernar, y en las otras dos dependerá de pactos a priori complicados. El caso de Vigo es especialmente doloroso. Elena Muñoz ha obtenido en su estreno el peor resultado de las historia del PP en la ciudad. Otro órdago fallido del presidente gallego.

La derrota, en términos generales, del PP tampoco puede llevar al PSOE a la satisfacción. José Ramón Gómez Besteiro debutaba en unas elecciones locales como líder autonómico y el balance es claramente malo. Los 386.000 votos le reportan apenas un 26% de apoyos, una cifra que le aleja mucho del PP. El 24-M demuestra que los ciudadanos críticos con los populares no ven al PSOE como alternativa clara. En Lugo, la ciudad que gobernaba hasta ahora Xosé López Orozco, el PSOE ha pasado a ser la segunda fuerza por detrás del PP, que sin embargo tendrá dificultades para lograr aliados. Ciudadanos, una formación que se presentaba para jugar un papel decisivo en una eventual política de alianzas, ha quedado relegada a un papel secundario, simbólicos. El partido de Albert Rivera, pese a haber entrado en algunas ciudades como Santiago, no será llave de gobierno en ningún caso.