De su progenitor, Juan Antonio, psiquiatra, ensayista y artista que reivindicaba con razón para sí el título de renacentista, pudiera ser en cierto modo heredera la obra de Alejandra, autora de libros como La edad del pavo, El amor no es ciego, ¿Odias las matemáticas?... Tiene elegancia en su porte y en sus modos esta mujer, especialista en psicología aplicada al mundo de la comunicación y, sólo este año, ha vivido en tres países acompañando a su marido.

-Engañar con arte y maña, dice la RAE de la seducción. Bien por el arte y por la maña pero lo del engaño no beneficia a la palabra...

-A lo largo de la historia la seducción ha tenido sus aplicaciones perversas y de ahí su mala fama. Sin embargo, no es perversa su intención porque es, en principio, una forma de comunicación orientada a dar placer y a que las relaciones

sean más cordiales.

-Seducirán quienes puedan...

-Es necesario y de hecho lo hacemos constantemente porque precisamos el apoyo de los demás. No es una garantía de felicidad emocional el que nos aprueben constantemente pero facilita mucho las cosas.

-¿Es un arte que se aprende con el tiempo?

Lo es pero no sólo. La seducción es un juego psicológico que cualquier persona puede dominar si aprende las estrategias utilizadas por el seductor modelo que mejor encaja con su carácter. Pero también es algo que nace con nosotros. Es a partir de la infancia cuando empezamos a poner en práctica nuestras técnicas, aunque en la primera etapa, de bebé, se recurra a procedimientos gestuales más primarios, como la sonrisa.

-Déme una recetilla...

-Capta la emoción preferida de quien tienes delante y dásela, como ofrecer un caramelo. Esta emoción puede ser la tranquilidad y el equilibrio, las sensaciones fuertes, el mundo de las ideas, la originalidad... Para sugestionar, el vividor regala una aventura peligrosa, pero que a su lado se convierte en segura; el cautivador, alegría; el rescatador, ayuda emocional, etc.

-El seductor, ¿tiende a serlo siempre?

-Tiende a serlo en cualquier situación. Es un prestidigitador emocional, un fascinador cuyo estilo de vida varía de un individuo a otro.

-¿Y es una cuestión de género?

-Ningún estudio fiable certifica si existen más seductores en uno u otro sexo aunque parece claro que las mujeres emplean ardides distintos de los que usan los varones.

-¿Qué distingue a una persona atractiva de la que no lo es?

-Pues que ante el encanto, el atractivo, el carisma, tenemos la impresión de presenciar un enigma: su esencia aletea misteriosa y resulta inaccesible a la mayoría de los mortales. Los seductores parecen manejar códigos secretos de cuyo hechizo resulta imposible escapar...

-Unos magos, vamos...

-En realidad se presentan armados de herramientas que hacen el contacto fácil y confiable. Casi desde el principio, generan optimismo y bienestar, exhiben seguridad...

-Se suele reducir al sexo o ligue, ¿no?

-Es un reduccionismo inaceptable vincularla sólo a eso porque opera en ámbitos mucho más amplios. Seducir es atraer el apoyo automático de la gente.

-¿Interviene la belleza física?

-La belleza física apenas cuenta en este deporte que persigue prendar la mente del otro; ni siquiera para ser una afrodita, una ´diosa de la feminidad´, que puede no tener un cuerpo escultural pero lo explota como tal y desprende una elegante fantasía sensorial y sexual que, sin embargo, pocas veces hace realidad.