No hay un censo oficial de la población de jabalíes en Galicia pero son miles los que en la última década campan a sus anchas por el rural echando a perder las cosechas de los agricultores. Las más afectadas son las fincas de maíz, pero tampoco se salvan las praderas o las parcelas de patatas, soutos de castañas, viñedos y huertas. Cada año, según estimaciones de los sindicatos agrarios, sus ataques a las plantaciones dejan daños de unos 15 millones en la comunidad. En los últimos años se pasean también por barrios de ciudades como A Coruña o Vigo, como lo demuestran varios vídeos que se hicieron virales. Su presencia se ha multiplicado y se ha convertido en un problema no solo en el campo gallego sino también para la seguridad vial, ya que estos animales estuvieron implicados en más de la mitad de los casi 5.000 accidentes de tráfico con animales registrados el año pasado en la comunidad.

Desde finales de noviembre la Asociación de Perxudicados pola Fauna Salvaxe en Galicia (Aperfasa Galicia) lucha para lograr la convivencia con el jabalí y que se regule su población. El colectivo, que aúna a productores de las comarcas de Ferrolterra, Eume y Ortegal, calcula que para conseguir ese "equilibrio" sería necesario reducir en dos tercios el número de ejemplares actual, algo que ven "imposible" sin una actuación "urgente" como en Francia o Bélgica, donde el Ejército ayuda a los cazadores a abatir a los cerdos bravos. Por ahora, sí han logrado que la Consellería de Medio Ambiente haya recogido su propuesta para autorizar a agricultores y ganaderos para utilizar en sus fincas las mismas jaulas trampa que técnicos de la Xunta ya colocan en espacios protegidos para atrapar a esta especie cinegética.

El secretario de Aperfasa Galicia, Andrés Saavedra, aclara que desde el Gobierno gallego les han confirmado que se ha realizado el primer pedido para comprobar si están efectivas. El objetivo de la asociación es que el sector pudiese disponer de las jaulas antes de empezar a plantar en un mes la cosecha de maíz de este año. pero son conscientes de que debido a "la burocracia" será complicado que lleguen a tiempo.

Con maíz en el interior de la jaula como reclamo, cuando el animal cae en la trampa es necesario notificarlo para que un veterinario lo sacrifique y la empresa de retirada de animales muertos Gesuga pase a recogerlo. La asociación reclamará ahora a la Xunta que el sacrificio se haga de forma que se pueda aprovechar la carne para consumo o para ceder a organizaciones como la Cocina Económica.

Otra de las medidas que el Ejecutivo autonómico incluye en el protocolo de actuaciones para el control de la presencia del jabalí en áreas periurbanas abre la puerta a la realización de batidas de jabalíes por las noches con arqueros profesionales acompañados de efectivos de fuerzas de seguridad para combatir las incursiones de estos animales cerca de las ciudades. Según Aperfasa, son los tecores los que más pueden revertir la situación con batidas durante la temporada de caza. "Los tecores y la Administración no hicieron su labor de regulación y ahora el problema se les fue de las manos", destaca Saavedra.

A principios de año, la Xunta convocó una partida de 1,4 millones de euros para paliar los daños ocasionados por la fauna salvaje, de los que 811.000 euros se destinan a compensar los destrozos causados por los jabalíes. Desde la asociación de afectados critican que las subvenciones no compensan los daños reales.

"La cuantía máxima son 1.650 euros al año cuando en muchos casos las pérdidas superan los 6.000" critica Andrés Saavedra, quien añade que muchos agricultores estarían dispuestos a pagar la cantidad que se les concede en ayudas si se les solucionase realmente el problema. Este productor de Ortigueira alerta de la gravedad de la situación al poner de ejemplo que en su concello se producían 70 hectáreas de maíz y hoy en día "ya nadie lo siembra". Andrés dejó de hacerlo desde hace tres años después "de muchas noches sin dormir" haciendo "guardias". Es más, el año pasado „recuerda„ para poder ensilar siete hectáreas de hierba tuvo que desbrozar y "volver a empezar" e incluso "resembrar" en zonas con "calvas" que ya no pudieron recuperarse.