La localización de un inmueble, las circunstancias urbanísticas que afecten al suelo y su aptitud para la producción son algunos de los factores que influyen en el cálculo del valor catastral de un inmueble. En Galicia, esta tasación a efectos administrativos, que se tiene en cuenta para la aplicación de impuestos tan importantes como el IBI, ha crecido en el último año hasta situarse en un 42,7% más que en los años de la burbuja, es decir, antes de la crisis.

Otras de las variables que determinan el valor catastral, que nunca puede ser superior al precio de mercado, es el coste de ejecución de material de las construcciones, los gastos de producción y las circunstancias y valores del mercado, así como los beneficios que se destinan al bolsillo del promotor. La normativa fija como referencia una diferencia entre el valor catastral y el de mercado del 0,5%, o lo que es lo mismo, la mitad de lo que costaría el piso en una transacción entre particulares.

Este impuesto llena cada vez más las arcas municipales. En los últimos cinco años la recaudación del IBI se ha elevado un 20% y los concellos ingresan ya 83,4 millones más que en 2012. El impacto negativo que tuvo la crisis para la financiación de los municipios y las medidas tomadas para animar la recaudación fiscal „como la rergularización para rastrear bienes ocultos„ han provocado que el valor de las viviendas sea casi un 43% mayor que en los años del boom del ladrillo. La tasación administrativa de los inmuebles sobre la que repercute el IBI experimentó en 2018 una subida de casi un 2% con respecto al ejercicio anterior. Así, el valor catastral medio de los inmuebles urbanos en Galicia se sitúa en 41.772 euros, según los últimos datos de la Dirección General del Castastro, dependiente del Ministerio de Hacienda. Un dato que se posiciona como el más alto hasta el momento, ya que en 2006, cuando el mercado todavía estaba en crecimiento, la referencia media de un piso en la comunidad para pagar el IBI era de 29.264 euros. Desde entonces no ha dejado de aumentar. En 2008 y 2010 se dieron las subidas más pronunciadas, con un 6,3% y un 5,4% respectivamente. Los ejercicios de 2015, con un repunte del 3,7% y 2016, con un 3,01%, supusieron la antesala de lo ocurrido en 2017, con una subida del 1,51% y del 2% de 2018.