Poco antes de que la investidura de Pedro Sánchez fracasara, en la iglesia de San Martiño Pinario de Santiago el alcalde compostelano, Xosé Sánchez Bugallo, pedía ayuda al Apóstol para "encontrar un camino" que permitiese superar la actual situación política, al tiempo que le encomendaba que "iluminase" a los representantes políticos para que "prevaleciese el bien común y el interés general sobre los intereses particulares y partidistas".

Sus plegarias no fructificaron en el pleno de investidura, pero tampoco caducan. Bugallo fue el encargado de realizar la tradicional ofrenda al Apóstol, en nombre del Rey, y que este año cambió de escenario debido a las obras de la Catedral.

Después de cuatro años sin la presencia del alcalde de Santiago en la ofrenda al Apóstol, debido a la negativa del anterior regidor Martiño Noriega a participar en actos religiosos, el socialista Bugallo, tras hacerse con el bastón de mando el pasado mayo, ha vuelto a participar de la misa que se celebra cada 25 de julio y lo hizo además en calidad de delegado regio.

En su discurso, además de pedir ayuda para encarrilar la situación política, demandó al Apóstol que "preserve y proteja el proyecto común que es España". El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, coincidió con el regidor compostelano en pedir la intercesión del Apóstol para que "los gobernantes sepan encontrar, en diálogo sereno y respetuoso, soluciones a los problemas políticos, sociales y culturales".

Galicia se prepara para la llegada de tres años santos, empezando ya en 2021 y eso supondrá la llegada de miles de visitantes. A Bugallo le preocupa que se extienda la turismofobia y apeló a la paciencia de los santiagueses: 2sé que los turistas pueden suponer, a veces, alguna que otra molestia... os pido tolerancia y generosidad".

En sus plegarias apeló al Apóstol para erradicar la violencia machista, para acabar con el desempleo, ayudar a los mayores, combatir el cambio climático y poner fin a la pobreza y la desigualdad económica.

Hubo también una mención por parte del alcalde a las víctimas del accidente de tren de Angrois, que fue compartida por el arzobispo de Santiago.

En su homilía, Barrio se refirió al "déficit de humanidad" que padece la sociedad. "A veces entendemos la autoridad como promoción y honor, ambición y prestigio, dominio y arbitrariedad; utilizando a los demás como peldaños para escalar la cima y desechando valores religiosos y morales para que nada se oponga a nuestras pretensiones", afirmó.

Monseñor Barrio invocó "la renuncia y el sacrificio", valores de los que, dijo, está necesitada nuestra civilización. "Nos hacemos más grandes rebajándonos, siendo esta la clave del verdadero humanismo", afirmó.

Y reivindicó la labor de la Iglesia como "servidora de la humanidad" y "por encima de errores, conflictos y malentendidos que se puedan dar a causa de las limitaciones de nuestra condición humana".