El campo gallego apoya las reivindicaciones de los agricultores de otras comunidades porque el bajo precio que se paga por el producto de la tierra es un mal común. 2019 fue un año negro,año negro"seguimos con precios del año 95 y con costes de 2020", diceny, a pesar de que la huerta es menos relevante aquí que en otras latitudes, ni el sector lácteo ni la patata escapan a las maniobras de las distribuidoras. Pero ¿por qué el agro es diferente?

Por la configuración del sector. La ola de protestas en el resto de España viene motivada por la caída de los márgenes que perciben los productores de la huerta, en especial los olivareros. La huerta tiene poco peso en el campo gallego, una comunidad más bien ganadera. "En los sectores ganaderos, en concreto en el sector lácteo, el tema de la negociación ya se afrontó en 2015 y el sector cárnico los está iniciando", explica el responsable de agricultura de Unións Agrarias (UUAA), Xosé Ramón González.

Porque hay pocos productos afectados por la especulación. Las organizaciones señalan la patata como el producto de la leira que más padece la especulación. "Se está cobrando en origen entorno a 15 céntimos por kilo, el precio de venta anda cerca del euro", matiza González. Los agricultores de Coristanco y A Limia son los principales afectados por esos "abusos", a lo que se suma la irrupción de productos foráneos.

Porque el salario no es tan bajo. Porque en Galicia la mano de obra cada vez escasea más. Solo uno de cada cuatro trabajadores del agro son asalariados. "Por la falta de mano de obra se está pagando muy por encima del salario mínimo, alrededor de los 1.100 o 1.200 euros", explican desde UUAA.

Por la poca profesionalización y la desprotección del campo. "El despoblamiento del rural y los bajos precios que se pagan por los productos agrarios determinan que se cultive menos", enfatiza Óscar Antón Pérez, técnico responsable de huerta, quien especifica que en el caso de algunos productos como el grelo, la actividad no está profesionalizada. Desde el Sindicato Labrego Galego (SLG) indican que el suelo agrario "está desprotegido" frente a la minería, las energéticas y fenómenos como la desertización y la erosión.

Por la falta de relevo. Constituye uno de los principales desafíos del sector. En una década se han perdido 17.000 explotaciones gallegas. Desde el SLG reivindican ayudas para la incorporación de gente joven al campo y que la transmisión de granjas de un titular a otro esté libre de tributación.

Por los precios bajos. La Unión de Pequeños Agricultores calificó 2019 de "año negro" por los precios. Un ejemplo: la leche en Galicia se paga a 32,6 céntimos por litro, la menor cuantía de españa, cuando el 40% proviene de la comunidad. "Seguimos con precios del 95 y con costes de 2020", describe Roberto García de UUAA.