El grelo es el cultivo de invierno gallego por excelencia. Es capaz de resistir al frío y a las heladas extremas sin apenas deteriorarse. No obstante, una lluvia excesiva seguida de temperaturas elevadas pueden dar al traste con la cosecha. Así ha ocurrido este año „y van dos seguidos„ en el que los productores afrontan una campaña "pobre" en producto y en calidad.

"No está siendo buena [la campaña] por razones bioclimáticas y agronómicas". En estos términos se expresa Óscar Anton Pérez, responsable de la huerta que Cooperativas Lácteas Unidas tiene en Melide. "Las lluvias fuertes de octubre y noviembre fueron malas para la gestión del producto", se lamenta. Las borrascas de otoño dieron al traste con parte de la producción de esta y de otras huertas. Algunos grelos "amarillearon antes de tiempo" y otros "se ahogaron", dice. Lo que vino después tampoco ayudó a los cultivos. "Como no hubo baja temperatura en ningún momento, vinieron plagas y enfermedades".

Y es que la combinación de campos anegados y temperaturas anormalmente altas para la época constituyen el combinado letal para esta verdura, que procede de los tallos tiernos y comestibles de los nabos. Como explica Óscar Antón, el agua anega las tierras y en grandes dosis afecta a la planta, al impedir su crecimiento. "Crece amarillo, las hojas se quedan más cortas, la raíz es deficiente, con lo que la planta se desarrolla más despacio". En cuanto a los termómetros, si suben más de lo habitual en invierno, llegan las plagas y las enfermedades. "Este invierno está siendo un ejemplo, está determinando que los grelos cojan hongos, bacterias y algunas plagas como mosca blanca o pulgón, que le pueden atacar", indica el técnico.

Además de los contratiempos meteorológicos, el sector productivo del grelo, acusa en especial la ausencia de relevo generacional. "Este cultivo estaba tradicionalmente en manos de personas mayores de las aldeas que vendían los manojos en los mercados locales y tradicionales, como una actividad rural complementaria", afirma Antón Pérez, convencido de que "el despoblamiento y los bajos precios que se pagan por los productos agrarios", así como la exigencia del trabajo manual de "apañar" los grelos, disuade a los nuevos agricultores de su cultivo.