Rueda, nadar y guardar la ropa

Paloma Castro

“No esperen de mí que responda a ningún otro interés que no sea el de los gallegos”. Y dicho esto, Alfonso Rueda pronunció un discurso marcado por su enfrentamiento al Gobierno central, que supongo yo que es lo que nos interesa a los gallegos; por su exaltación exagerada del desarrollo de Galicia, como si de repente se hubiera dado cuenta de que somos una de las locomotoras de España, quizás en los sueños de quien escribió el discurso; y por una ingenuidad dialéctica, sobre todo en lo que se refiere a la polarización, incapaz de contener el punto de polarización que contenía su propio relato.

Tan pronto hablaba de la democracia de los 700.000 votantes del PP que legítimamente le han otorgado la Presidencia de la Xunta, como en la frase siguiente arremetía contra los millones de votantes que sostenían al Gobierno central, porque eso es lo que le interesa a Galicia. Y todo ello zanjado con un severo “no sería un buen presidente de la Xunta si me desentendiese del futuro de España”.

Pues sí Sr. presidente, será usted mejor presidente de la Xunta si se preocupa por los intereses de los gallegos y las gallegas que si se ocupa exclusivamente de los asuntos de Génova, si coopera al encuentro y a la concordia que si forma parte del club de la crispación institucionalizada que ha implantado Feijóo entre sus presidentes de comunidades autónomas.

Tampoco le ayuda el estilo en que le escribieron el discurso, ese formato de populismo cuasi totalitario que de forma continuada compara lo mal que lo hacen otros con lo bien que lo hacemos nosotros. Tal vez, si se mirara más en el espejo del tiempo, podría ver que, en buena parte, como usted señalaba, el PPdeG es responsable de algunos de los avances de este país, pero también del hecho de que no deje de ser uno de los furgones de cola de España; y si de verdad quiere hacer un pacto de la energía, empiece a hablar en serio de la energía, de nuestro potencial energético, de las empresas que la sacan del país, de Galicia, y de las condiciones en las que la sacan.

Coincido plenamente en que Galicia es uno de los mejores lugares del mundo para nacer y vivir, lo que no coincido es que esa afirmación no sea una retórica chovinista, porque lo es como pocas, y aunque ingenua y carente de importancia, lo malo de este discurso es que está lleno de afirmaciones de índole semejante sobre la política, Galicia, los gallegos y las gallegas, frase y fórmulas repetitivas que desmerecen, en rigor, un discurso acumulativo y poco estructurado para una ocasión que era significativa y estratégica para el país.

Galicia importa, y una sesión de investidura no es un trámite más para soltar cuatro frases repetidas y acumular el relato de algunas políticas intranscendentes. Ha sido un discurso bastante intranscendente, y creo que debía de haber sido el discurso más importante en la vida de Rueda.

El problema es que Rueda sigue encajado en las junturas de Génova, las que remienda Feijóo, y no puede permitirse salirse de ellas porque el nivel de incertidumbre en el Gobierno central y en el Partido Popular es en este momento altísimo. Nadie sabe qué puede pasar y todos están a nadar y guardar la ropa, como hizo ayer Rueda.