Historiadores, detectives, guías turísticos, deportistas y hasta escritores. Una vez que les ha llegado la jubilación, los mayores de Oleiros no paran y desarrollan todas estas facetas en una iniciativa singular de la Concejalía de Benestar: cruzar dos actividades de su plan de envejecimiento activo, las rutas de senderismo del programa Ven e Descubre para mayores de 60 y los obradoiros de memoria.

El fruto de esta sinergia les supone a estos oleirenses "el elixir de la eterna juventud", tal y como define el responsable de esta concejalía, Ignacio Crespo, al ser una actividad que les ofrece a los mayores actividad física y por lo tanto salud, junto con mejoras emocionales al haber una "interactuación social", además de cognitivas al tener que ejercitar la memoria. Todo esto además les lleva a mejorar su autoestima.

"Con este tipo de iniciativas además los mayores son menos dependientes y por lo tanto no requieren tanto, o lo hacen más tarde, de servicios municipales como ayuda en el hogar. Los que participan en los talleres de memoria están totalmente revolucionados, volcados. Van a las bibliotecas, al archivo municipal, al del Reino de Galicia, recuperan fotos antiguas", relata Crespo.

La evolución del municipio, historias como la fábrica de tejas y ladrillos de Mera, costumbres antiguas, relatos de sus padres y abuelos... Estos mayores lo apuntan todo y su trabajo como cronistas de Oleiros también podrá ser visto por los demás. "El objetivo es editar el trabajo que han hecho en la app store y crear así un ebook. Así además los mayores entran en contacto con lo más moderno de las últimas tecnologías", explica el edil. Aunque desde la Concejalía también prevén editar en papel en el futuro esta crónica oleirense.

Estos mayores no sólo hacen de guías turísticos de otros mayores sino que en la próxima primavera el Concello tiene previsto otra iniciativa, que además fomentará la relación intergeneracional: que den clases de historia de Oleiros a los escolares en las aulas.

La primera experiencia de sinergia entre los participantes de los obradoiros de memoria y los que se apuntaron a las excursiones del programa Ven e Descubre tuvo lugar hace unos días por las zonas de Mera, Dexo y Lorbé. Más de un centenar de mayores que se apuntaron a senderismo iniciaron su ruta en el puerto de Lorbé donde las rederas les explicaron su trabajo y los aparejos que tejen actualmente para barcos de pesca de Lorbé, Mera, Sada, Mugardos e incluso Asturias.

Después marcharon caminando por senderos de Lorbé y Aba hasta la iglesia de Dexo donde les esperaban tres mayores del obradoiro de memoria de Dexo: José María, Laura y Dolores, que relataron la transformación de Dexo, zona muy aislada hasta que en 1958 se construyó la carretera.

Recordaron tiempos de dificultades y cómo, al haber sólo "corredoiras", evacuaban a los enfermos para el hospital atravesando los prados. Cómo subían las lanchas cargadas en las espaldas por las rocas del puerto de Dexo y cómo se cultivaba toda la tierra hasta el borde de los acantilados, o el uso del golfo, las algas secas, como abono de las tierras, fueron otros de los recuerdos que se relataron, antes de llegar a la preciosa iglesia románica de Dexo, reconstruida sobre otra muy antigua anterior al cristianismo y dedicada a Júpiter.

Los excursionistas siguieron por senderos del monumento natural desde el puerto de Dexo hasta Fonte Ornela, pasando por delante de Seixo Branco y terminando en la laguna de Mera, donde les esperaban otros ocho oleirenses del taller de memoria de Mera: Fina, Pura, Maruja, Carmen, María, Lola y Marisa.

Estas cronistas les explicaron a los caminantes el origen de la laguna, cuando en 1860 los hermanos Cividanes de A Guarda vieron que de esas brañas se podía extraer barro y fabricar tejas y ladrillos. Las madres y abuelas de algunas de estas mujeres trabajaron en la fábrica y mostraron cabezas de muñeca de arcilla que hacían sus antepasados y con los que jugaban de pequeñas.

El relato de este pasado de Oleiros, cómo había unas vagonetas que trasladaban el material y se cargaba en carros hasta la playa de Santa Ana pasando sobre pasarelas de madera hasta los grandes barcos que atracaban en Mera y a los que llamaban galeones, enganchó incluso a algunos paseantes que no dudaron en sumarse a la excursión para seguir escuchando historias e incluso a doña Pura cantando una vieja canción compuesta hace un siglo, por la sobre la polémica construcción del muelle meracho.