- ¿Cómo están?

-Tristes. Estamos tristes, pero al mismo tiempo contentos porque no hubo desgracias ni nada raro. Estuvo todo controlado, dentro de lo malo.

- ¿Había pasado alguna vez lo que ocurrió este año?

-Falló otras veces, pero así no. En los años sesenta falló tres veces en cuatro años pero desde entonces siempre salió bien. Fue el viento, ya lo notamos en cuanto izamos el globo. Era viento racheado, no continuo, y eso es tremendo para el papel. No hay nada que hacer, asumirlo y nada más. El año que viene procuraremos que no ocurra.

- Aunque dice que, ante un caso como este, poco se podía hacer.

-Es la dura realidad. El globo es incertidumbre. Es así.

- Los asistentes, al ver que se rompía, les aplaudieron. ¿Se sintieron apoyados?

-Sentimos apoyo total y absoluto. Estoy orgulloso de mi Betanzos. Betanzos es la mejor ciudad para vivir. No hay ciudadanos más maravillosos que los betanceiros. El aplauso final nos sorprendió y nos reconfortó.

- Se vio desconsolados a algunos encargados de hacer volar el globo tras la rotura.

-Allí llorábamos todos. Era una consternación total. Alrededor de 200 personas trabajan para izarlo.

- La gente se llevó trozos.

-Muchos me decían después que lo van a enmarcar, a hacer un cuadro. Hoy estamos tristes pero probablemente el día de mañana lo contemos a los nietos como algo anecdótico.