Desde principios del pasado mes de junio ya se abrió en parte la calle Santiago Álvarez tras casi estar prácticamente terminadas las obras del tanque de tormentas, que después se completaron con trabajos de ajardinamiento alrededor del parque infantil, además de un gran mural de aves. Se habilitó parte de uno de los carriles de esta calle para el paso de los peatones (y alguna moto), pero sin espacio suficiente para el paso de turismos. Sin embargo, los locales comerciales ya notaron un aumento de clientes con solo abrir medio carril. "Ahora los vecinos ya pasan por la calle todo el tiempo, muchos cortan por aquí, y se ha notado", explicaron desde la tienda Quercus. Al pasar de nuevo la gente es más fácil que entre en los locales. En esta calle existen tres establecimientos.

Aunque desde junio ya tienen medio carril abierto al finalizar los trabajos del tanque de tormentas, la calle no se abrió totalmente al tráfico debido a una obra privada: la construcción de un edificio de 36 pisos que promueve la familia Caamaño. Las casetas y vallas de obra las colocaron ocupando la acera pública y parte también de la calzada pública: el espacio más cercano a la acera, destinado al aparcamiento de los vehículos. Esta obra, con pisos que se venden a medio millón de euros, aún no acabó.