La empresa de productos informáticos Copigal tuvo sede primero en Monasterio de Caaveiro, después en A Grela y a finales de los años noventa fue el primer negocio en instalarse en el edificio de oficinas que se ejecutó encima de la ría de O Burgo y pegado al puente de A Pasaxe. En mayo de 2019 se cumplirán veinte años de la instalación de Copigal en este inmueble compuesto de dos construcciones, una en forma de medio arco y la otra más rectangular. Actualmente son cinco los propietarios de locales y garajes en este edificio y ninguno de ellos ha recibido notificación del Ministerio de Fomento como afectados por el proyecto de ampliación del puente de A Pasaxe, que incluye la demolición de estas oficinas.

"Hace muchos años que se habla de la ampliación de Copigal, y ahora con este anuncio de la ampliación está otra vez de actualidad, pero no sabemos si se hará por fin, o cuánto tardará aún, que a lo mejor ya estoy yo jubilado para entonces", explica Julio Picallo, propietario de Copigal. Aunque esta empresa de productos informáticos no es el único negocio que está en este edificio tan reconocible, el letrero con el nombre en lo alto de la fachada se ha convertido en estos casi veinte años en todo un símbolo y referente para la comarca. Cuando se produce un accidente en la zona, y desde este inmueble han "visto muchos", se dice "a la altura de Copigal", incluso se habla del "viaducto de Copigal". Es un negocio que no necesita publicidad, su nombre es conocido en toda la provincia.

Esta empresa ocupa la planta alta del edificio en forma de medio arco. Debajo está un negocio de sofás que ocupa las instalaciones en alquiler, ya que es propiedad de Talleres Carrera. Comunicado mediante una pasarela superior, al otro lado está el inmueble rectangular. La fachada que da al viaducto, es propiedad de una abogada y tiene la planta baja también alquilada, a la empresa Securitas Direct, mientras que la planta alta ahora la tiene en alquiler (antes era el despacho de un abogado). En la fachada que da a la ría, en la planta alta, está el despacho del otro propietario (junto al de Copigal), que sí ocupa este inmueble, un arquitecto que tiene ahí su despacho, con unas inmejorables vistas de la ría.

Pero además de estas cuatro oficinas, el inmueble rectangular tiene tres plantas de sótanos con aparcamiento, que en su día eran propiedad de una sociedad de varias empresas coruñesas. "Nadie nos ha notificado nada aún de que van a derribar el edificio. Yo la planta de arriba la tengo en alquiler y la de abajo, alquilada hace algún tiempo. Si lo tiran, tendrán que indemnizarnos claro", explicó la propietaria de estos dos locales.

El Ministerio de Fomento ha sometido el proyecto de ampliación del puente al trámite ambiental, y en este documento aún no figuran datos de cuánto costará el derribo ni, sobre todo, cuánto tendrá que pagar el Gobierno central en indemnizaciones por la demolición de los edificios y los garajes, además de abonar el lucro cesante, algo que se incluirá en el futuro proyecto constructivo. Ninguno de los propietarios quiere aventurarse sobre cantidades porque ven lejano el día en que se lleve a cabo este proyecto.

"En cuanto a visibilidad y espacio, es imposible encontrar una localización como ésta. Si al final lo derriban, tendremos que alquilar una nave en algún sitio, pero aún no se sabe ni cuando ni cómo se hará", apuntó Julio Picallo.