El septuagenario cántabro Enrique Garrote, que vivía desde hace más de una década entre Oleiros y Culleredo, después de recorrer otros lugares de España también elaborando y vendiendo barcos en botellas, se quedaría sorprendido si pudiese ver que tras su fallecimiento la pasada semana en Fonteculler dos ayuntamientos se disputan su cuerpo. Su cuerpo está preservado mientras no se resuelven los trámites judiciales, después de que su familia al parecer no pudiese hacerse cargo de los gastos funerarios. En estos casos los ayuntamientos están obligados por ley a sufragar estos costes.

El alcalde oleirense anunció ayer que el Concello se iba a hacerse cargo de Enrique porque era un "acto de humanidad" con una "persona amable, bondadosa" y querida por todos. Anunció incluso que el entierro era ayer a las cinco de la tarde en Dorneda aunque luego el Concello precisó que seguramente fuese hoy al retrasarse por "trámites judiciales".

Culleredo explicó que ayer por la mañana les llamaron de la Policía Judicial de la Guardia Civil y fue cuando tuvieron conocimiento del caso. Unos agentes irán hoy a Servicios Sociales a hablar de este asunto pero el Ejecutivo confirmó que asumirá el entierro al residir Enrique en este municipio.