El bullicio que se registra cada primer y tercer domingo de mes en Paiosaco, en A Laracha, persiste a pesar del miedo al coronavirus. La feria, que ayer vivió su primera jornada después de que la Consellería de Sanidade y el Concello implantasen nuevas restricciones para reducir contagios, tuvo una considerable afluencia de gente para lo que se podría esperar en una situación así, aunque fue menor comparada con otras ocasiones desde que empezase el desconfinamiento. La mañana fue "regular" en cuanto a gente que se acercó y de ventas no fue mala. Esa fue la opinión generalizada de los vendedores que asistieron ayer y de la Policía Local que estuvo presente para controlar que se respetasen las medidas de seguridad.

El Campo da Feira de la localidad registró unos 100 puestos aproximadamente. Solo estuvieron los de venta de productos de alimentación y del campo. El Concello larachés, tras conocer las medidas del Gobierno gallego contra el Covid esta semana, prohibió la presencia del resto de puntos de venta habituales. Además, el espacio que ocupa el mercado es mayor para poder cumplir las distancias de seguridad para los asistentes como para los vendedores.

"No hubo mucha gente, pero la que vino lo hizo para comprar", relataba ayer una de las vendedoras de productos agrícolas que estaba en la feria, Tamara Botana. En cuanto al número de ventas se mostraba satisfecha debido a que sus expectativas eran peores por el miedo de la gente a aglomeraciones debido al aumento de casos activos en la comarca de Bergantiños, con Carballo como epicentro, y también debido al alto número de contagiados en el concello vecino de Arteixo. Alberto Liñares fue otro de los que también acudió a vender su mercancía a la feria. Aseguraba que "esperaba menos gente" y que el mayor pico se produjo entre las 9.30 y las 11.00 horas.

Los visitantes que se acercaron al recinto ferial de Paiosaco pudieron ver puestos de churrería, dulces, embutidos, pescado y los vendedores de productos agrícolas. También había raciones de pulpo para llevar en una pequeña carpa junto al aparcamiento.

Mercedes Mariño, otra de las vendedoras, indicó que hubo "más gente de la que esperaba", aunque menos en comparación con otras ocasiones, ya que ayer había menos puntos de venta.

Uno de los policías locales encargados de la vigilancia de la feria aseguraba que no hubo ningún problema a la hora de asignar el espacio debido a que había menos vendedores. Calculaba que había cerca de 100 puestos. Detalló que no llegó a haber "abarrote" y que la jornada fue regular.

El alcalde, José Manuel López Varela, también se acercó al recinto para ver su funcionamiento. "Hay que dar la oportunidad a la gente para vender", explicó.