Si algo puede salir mal, saldrá mal. Esta fue la máxima que se vivió ayer en la feria de Paiosaco, en A Laracha. Los cierres perimetrales decretados para las comarcas de A Coruña y de Bergantiños se unieron a una mañana con lluvia, lo que dejó una escena desoladora en este mercado, uno de los más importantes de la provincia. Había mucho espacio vacío en el recinto y muy pocos asistentes. También descendió de forma importante el número de vendedores de productos del campo que se animaron a acudir a esta tradicional cita de los primeros y terceros domingos de mes. Apenas había una veintena en todo el recinto, cuando hace dos meses podría haber cerca de cien.

Doce de la mañana, habitual hora punta en la feria. Al llegar a la localidad lo primero que se ve es que hay plazas de sobra para aparcar, lo que ya hace presagiar pocos asistentes. En el recinto apenas hay movimiento de gente, con un ambiente gris. Algunos puestos incluso ya empiezan a recoger al poco de pasar el mediodía La afluencia, según relatan los vendedores, es muy mala debido a los confinamientos de municipios de la zona.

El Concello larachés decidió mantener la celebración del mercado después de conocer que la Xunta imponía un cierre perimetral al concello vecino de Carballo y a otros cinco del área Bergantiños. En la comarca coruñesa ya estaba en vigor esta medida. Esto provocó que no hubiese desplazamientos de gente desde estas dos áreas.

En el recinto ferial se permitió la presencia de todos los puestos de venta, tanto agrícolas como los del mercadillo, pero con la limitación que ocupen la mitad del espacio habitual. Entre ambos, ayer había menos de un centenar.

Uno de los vendedores que asistió fue Jesús Salvador, con un puesto de embutidos. Relataba que lo normal hubiera sido que hubiera estado "abarrotado", pero que ocurrió todo lo contrario. Hubo muy pocos asistentes. "Están todos confinados en varios sitios y en el medio queda A Laracha. Desde Carballo no se pudo venir, Coristanco tampoco...", indicaba. Otra de las personas que estaba con un puesto de hortalizas fue Alicia Ramallo, que aseguró que la jornada fue mala. "No hay gente, ¿a quién vamos a vender?". También explicaba que había venido desde Padrón, pero consciente de que iba a vender poco, pero que necesitaba deshacerse de la mercancía que le queda.