Hace unos cuatro años Pilar Moinelo recibió un correo electrónico del Colegio de Ópticos-Optometristas de Galicia para ver si había interesados en un proyecto solidario, un trabajo como voluntario con Cáritas para cuidar la salud ocular de los presos de la cárcel de Teixeiro. Se presentaron más de treinta voluntarios de toda la comunidad y Pilar Moinelo, por su recorrido profesional y cercanía (tiene óptica en Curtis desde hace 32 años y en Teixeiro desde hace 21) fue la elegida. Casi tres años después de iniciarse este proyecto, ha atendido a más de trescientos internos y no solo está encantada sino que destaca que es una tarea “muy gratificante” y además acude “hipertranquila” aunque tenga que revisarle la vista a personas tan peligrosas como Igor el Ruso, un exmilitar serbio acusado del triple asesinato de dos guardias civiles y un ganadero. O a otras tan conocidas como Alfonso Basterra, condenado por el asesinato de su hija Asunta junto con Rosario Porto.

¿Cuántos residentes en la cárcel de Teixeiro ha atendido en estos casi tres años de funcionamiento de esta iniciativa?

Pues exactamente 393.

¿Y cuántos tenían alguna deficiencia visual y necesitaban algún tipo de corrección?

La inmensa mayoría, 309 han necesitado la prescripción de gafas. Para otras patologías como cataratas o glaucoma, se les remite a un oftalmólogo.

¿Cuál es la patología mayoritaria que ha encontrado?

La población reclusa tiene más de 45 años de media por lo que la vista cansada es lo habitual pero también la miopía porque en la cárcel están siempre, salvo en el patio, en pequeñas distancias. Y en las celdas la iluminación no es buena. Por eso vimos que un 40% de los internos, antes de entrar en la cárcel no necesitaba usar gafas. Para las actividades que realizan, como talleres, lectura o estudios, necesitan gafas de cerca. Alguno presenta astigmatismo leve que yo no prescribiría gafas si estuviesen fuera, pero al estar en un entorno cerrado sí las necesitan, sino pueden tener dolor de cabeza, ojos rojos... Ellos están súper contentos.

¿Cómo empezó esta iniciativa?

Una monja que da talleres en la cárcel comprobó que muchos presos tenían problemas visuales y por falta de recursos no podían comprarse unas gafas. Se puso en contacto con Cáritas Diocesana de Santiago y se firmó un convenio en 2018, y empecé yo a acudir. Dos o tres veces al mes voy allí, aunque ahora con las restricciones sanitarias, menos.

¿Cómo hace las revisiones?

Las revisiones se hacen en una sala del módulo de enfermería. Yo estoy con Carmen Suárez, la médica responsable de Programas Médicos de la cárcel. Voy por las tardes. Los guardias traen a un interno y le hacemos la revisión. Yo incluso he llevado material mío para allí, como gafas de pruebas. Y Cáritas compró un autorefractómetro. Cada vez que voy veo a entre siete y diez personas, que antes se han inscrito presentando una instancia.

¿Y una vez que comprueba la patología?

Yo les llevo un muestrario de gafas, cincuenta o sesenta, y se encargan, con cristales de calidad, que paga Cáritas. Son gafas nuevas y buenas. Las mujeres, hay un módulo con entre 57 y 60, son más exigentes en cuanto a la estética de las gafas.

Y usted aporta su tiempo, de forma gratuita, los desplazamientos...

Yo no pierdo tiempo, gano. Gano en salud mental y en fuerza. A nivel personal me recompensa muchísimo esta labor. La mayoría de los internos te lo agradecen mucho, son muy agradecidos. Alguno menos, pero incluso uno que era muy borde conmigo, ahora nos llevamos de maravilla.

Es que usted, por su trabajo, está a pocos centímetros de la cara de presos de todo tipo, con condenas por asesinato, violentos.

Sí, aunque cuando llegan yo no lo sé. Algunas veces me entero después. Otros al verlos, es evidente, atiendes a gente que sale en los periódicos, muy conocida. Pero no quiero dar nombres. Una vez vino uno con unos guardias que iban con cascos cerrados, y eso sí me impresionó. Pero yo voy hipertranquila a la cárcel. Conmigo se portan muy bien, colaboradores, muy amables. Yo no me preocupo de quienes son, si son personas peligrosas o no, sino de su salud visual, estén dentro o fuera de la cárcel.