“Estamos muy orgullosos, es algo innovador en el rural”, cuenta risueña la presidenta de la Asociación de Comerciantes de Curtis, Carla Dasilva, al tiempo que muestra una de las tarjetas de fidelización que repartirán entre los clientes de este pequeño núcleo de unos 1.400 habitantes. Más que una invitación al consumo, esta tarjeta para acumular descuentos con cada compra, es una llamada a la concienciación, una reivindicación del comercio de cercanía frente a las grandes superficies o gigantes del comercio electrónico como Amazon: Cada vez que compras en Curtis, eliges mantener vivo nuestro pueblo y eliges que la riqueza y el trabajo se quede aquí, puede leerse en el reverso.

La entrega de esta primera remesa de tarjetas, medio millar en total, supone un nuevo paso en una iniciativa que veinte comerciantes de la asociación pusieron en marcha en septiembre de 2020. En plena pandemia, este grupo de emprendedores se lío la manta a la cabeza y se lanzó a innovar con un sistema de fidelización mediante tarjeta física o virtual que registra las gratificaciones en el comercio en que se realizó la compra: “Como suele decirse, estamos juntos pero no revueltos”, bromea Carla. En siete meses, ya se han adherido 1.050 clientes del municipio y la comarca y se han repartido 11.650 euros en bonificaciones. Con la entrega ahora de las tarjetas físicas pretenden “no dejar a nadie atrás” y facilitar el acceso al sistema a personas menos avezadas en el uso de las nuevas tecnologías. Los veinte negocios adheridos, a los que probablemente se sumen más en las próximas semanas, pertenecen a distintos sectores y ofrecen descuentos por compra de un 5% en la mayor parte de los casos. Hay zapaterías, tiendas de moda, electrodomésticos, alimentación, bazares, peluquerías, talleres, gestorías... Los descuentos valen para complementos, ropa a unas gafas o un cambio de aceite.

Reverso de la tarjeta de fidelización de los comerciantes de Curtis

Meses de persianas bajadas o aperturas a medio gas, de cierres perimetrales, de restricciones y aforos reducidos, lejos de desanimarles, han agudizado el ingenio de los comerciantes. Regentar un negocio en el rural curte, explican los asociados. Es una carrera de fondo: “Pico, pala, pico, pala”, resume la presidenta del colectivo.

La emergencia sanitaria ha propiciado un cambio en el modo de consumir de la clientela: “Mucha gente que jamás había comprado nada por internet ha descubierto que existe. Mucha”, apunta Carla. En la asociación de comerciantes ya se han medido con otros gigantes, como los centros comerciales, pero el trasiego cada vez más habitual de las furgonetas de Amazon por el pueblo ha disparado las alarmas. “Ni somos Amazon ni lo pretendemos, pero tampoco queremos jugar en esa liga. Apostamos por ser pequeños, pero con valores. Nosotros también hacemos venta online, pero a otra velocidad. A cambio ofrecemos otras ventajas: profesionalidad y un trato personalizado, para nosotros los clientes no son números”, defiende Lucía Sánchez, que regenta desde 1991 Establecimientos Sánchez. Esta veterana comerciante se las ha visto ya con más de una crisis económica. “Es una lucha tremenda, cada vez son más barreras”, lamenta.

Lucía, como Carla y el resto de los integrantes de la asociación, defiende la importancia de “dar a las cosas el valor que tienen” y reivindica la unión como clave de la supervivencia del sector. “Vamos todos en el mismo barco, tememos que colaborar entre nosotros si queremos mantener las persianas levantadas”, resume y advierte: “Nuestro futuro es el de todos. Cuando cae uno, arrastra al resto”. Las tarjetas de fidelización se suman a iniciativas de todo tipo que ponen en marcha desde la asociación con un objetivo, dar un motivo para volver a la clientela. Un reguero de migas de pan vital para su supervivencia y para garantizar un pueblo y una comarca con vida. Tejer redes es clave para echar raíces, inciden. “No hay que mirar solo la caja, sino pensar a largo plazo”, resume Carla.