Los forenses encontraron restos del ADN del acusado en la pistola utilizada en el crimen de Oza-Cesuras

Los peritos hallaron restos del encausado en la casa y fibras compatibles con su sudadera en la bata de víctima | No apreciaron indicios de trastorno mental

El acusado, a la derecha, con un agente de la Guardia Civil durante la reconstrucción del crimen

El acusado, a la derecha, con un agente de la Guardia Civil durante la reconstrucción del crimen / Víctor Echave

A. P.

Turno de los peritos en la quinta jornada del juicio por el crimen de Oza-Cesuras. Los forenses confirmaron que Cristina N. T, auxiliar de ayuda en el hogar de 33 años, casada y madre de un niño de corta edad, falleció la tarde del viernes 15 de enero de 2021 en el patio de su casa tras recibir un disparo a bocajarro en la nuca. La pistola, que “tuvo que tocar la piel” de la víctima, tenía ADN del acusado en el cañón, la empuñadura y el disparador.

Los peritos hallaron también restos del perfil genético del supuesto asesino, Alberto S.P., en la vivienda, el tejadillo del garaje y en el chaleco reflectante que refirieron los testigos parciales del crimen. También unas pocas “fibras compatibles” de su sudadera en la bata de la víctima.

Los responsables del Instituto de Medicina Legal de Galicia y de los laboratorios que analizaron las pruebas del crimen hallaron restos del ADN de otro varón sin identificar en el chaleco, aunque en un porcentaje muy inferior. Este segundo perfil no coincide con los del marido, el padre y del hijo de la víctima. Tampoco se encontraron coincidencias en las bases policiales.

A consulta del abogado de la defensa, los forenses restaron importancia al hecho de que no apareciesen residuos del disparo en las manos del supuesto asesino. Los disparos “a cañón tocante”, apuntaron, son “los que menos residuos dejan dado que el gas penetra en el cuerpo”. Las manos del encausado se habían sometido además a un lavado concienzudo por el COVID y para curarle unas heridas al ser ingresado en el hospital para atenderle por el infarto que sufrió nada más ser detenido.

Exámenes toxicológico y psicológico

La sección primera de la Audiencia Provincial tomó también declaración a la psicóloga de la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga (Aclad) que hacía un seguimiento del acusado, drogodependiente de larga duración, y de los forenses que le realizaron un examen tras su detención.

La psicóloga de Aclad relató que atiende desde hace muchos años a Alberto S. P., que comenzó a drogarse en la adolescencia y que sufrió varias recaídas en los últimos años. Era adicto a la cocaína y a la heroína. Las periciales no aclaran si había consumido el día del crimen, dado que los análisis de orina, que dieron negativo, se hicieron siete días después. En el momento de la detención, le requisaron una pequeña cantidad de cocaína y “varios papeles de aluminio quemados”.

El examen psicológico del supuesto homicida no arroja ninguna anomalía. Los psicólogos no apreciaron indicios de ningún trastorno mental ni síntomas psicóticos.

Heridas del acusado y la víctima

Las heridas que presentaban la víctima y el acusado corroboran las declaraciones de los testigos. Alberto S.P. tenía cortes en las manos y un muslo que pudo causarse al escalar la vejar de la vivienda. También una lesión en el talón, que pudo provocarse al saltar desde el tejadillo del tejado al que da la ventana del baño mientras perseguía a Cristina N. T.

La víctima tenía dos esguinces, supuestamente ocasionadas al saltar el tejado en su huida.

El juicio continúa hoy con declaraciones de más peritos. El acusado, para el que la Fiscalía pide 28 años de cárcel y la acusación particular, prisión permanente, declarará al final del proceso. Alberto S.P. admite que fue a esa casa a robar, pero apunta que fue un cómplice el que mató a Cristina N.T. El encausado conocía a la víctima, mujer de un compañero de trabajo de su esposa y con quien esta mantuvo una estrecha relación que se deterioró tras enterarse sus respectivas parejas.