Partiendo del hecho evidente de que cualquier arte de pesca depreda y perjudica esa pretensión humana de lograr la pervivencia de las distintas especies marinas en el marco de lo que todos conocemos como pesca sostenible, tal vez sea llegado el momento de analizar los efectos del empleo en la mar de artes que, aún siendo considerados como admisibles, ocasionan daños muy perjudiciales no solo por sí mismos sino por el uso indebido que de ellos realizan los pescadores.

En el próximo mes de febrero se abrirá la veda para el arrastre en Galicia. Los caladeros o zonas en las que faenan habitualmente los arrastreros de litoral serán ocupadas entonces por las volantas, las nasas y, evidentemente, los rascos, este arte de enmalle fijo al fondo. Su forma es rectangular y lo conforman varios paños de red unidos entre sí y de más amplitud de malla que las volantas. Su uso está regulado por el RD 410/2001, de 20 de abril, como tal arte fijo en el caladero nacional Cantábrico Noroeste. La especie objetivo preferente del rasco es el rape. Y es precisamente esta especie la que, por la acción „también inacción„ de las embarcaciones y sus tripulantes dedicadas al rasco, padece las consecuencias más graves de una pesca incontrolada por cuanto muchos de los rascos utilizados (y hay miles de ellos) se abandonan y continúan "pescando" a pesar de que nadie se interesa por el producto conseguido. Los rascos quedan fondeados, los pescadores no retiran los peces capturados durante días y, cuando se retiran los artes, los peces „rapes y otras especies„ capturados se tiran y no son en absoluto valorados por los pescadores, que tan solo retiran de los aparejos los peces del día enmallados en los rascos largados en la misma jornada.

Algo similar acontece, desgraciadamente, con las nasas y las volantas: en demasiadas ocasiones y por abandono o no haber sido retirados en el tiempo debido, acaban como verdaderas cortinas de la muerte, capturando todo cuanto se enreda en esos instrumentos que, más que pescar, matan para que solamente otros peces y algunos crustáceos intenten comer y, como en la fábula, presas queden hasta su extenuación y muerte. Así, tiempo y más tiempo. Pero como es algo que no se ve desde la superficie marina, desde la cubierta de un barco, nada se dice y nadie quiere referirse a lo que acontece por culpa de un arte confeccionado para pescar pero que, como ya se ha dicho, debido a un mal o indebido uso, tan solo se utiliza para matar peces y otros animales marinos.

La de los rascos es una pesca regulado por un Real Decreto. Desconozco si los inspectores de pesca dedican sus conocimientos al control de estas "máquinas" de matar peces que son los rascos mal utilizados. Pero sería importante que, en el bien entendido derecho a inspeccionar, incluyan esa actividad cuyo resultado no cuenta para las estadísticas porque nadie „salvo los arrastreros„ saben qué ocurre en los fondos marinos de los caladeros más habituales para las distintas flotas de pesca de Galicia.