Opinión | LA PELOTA NO SE MANCHA

Rubén Díez lleva el abrillantador en el bolsillo

Rubén Díez camina hacia el centro del campo, mientras sus compañeros celebran el quinto gol al Badajoz.

Rubén Díez camina hacia el centro del campo, mientras sus compañeros celebran el quinto gol al Badajoz. / VICTOR ECHAVE

El lugar exacto, el toque preciso. Rubén Díez se presentó al duelo ante el Badajoz con el abrillantador en el bolsillo y el paño al hombro. Y así, silbando y rítmico, fue dando lustre a todas y cada una de las jugadas. O proponiendo una línea de pase o ajustando la presión o descargando la pelota hacia la banda o viendo combinaciones imposibles o arrastrando defensores. Todo lo que llegó a él, instantáneamente, salió mejor, toda acción suya generó un beneficio para el Dépor. Fácil. Ganando pequeñas batallas, callado, al toque, sin estridencias, cuajó 90 minutos de los que dan aire y engrasan un equipo. Todo para que Quiles luzca en la asistencia del primer gol, para que la presión de Lucas Pérez sea efectiva en el tercero, para que Saverio encuentre el espacio necesario en el cuarto... Aparece en el segundo plano de los highlights, pero sin él la escena no habría salido redonda. Un facilitador de juego, ese enlace entre la media y la delantera que tanto anhela un equipo que propone y que son casi una pepita de oro en el mercado. Posición desagradecida, a veces oscura, que en este equipo le pone la guinda a un mediocentro macerado durante meses, que ha ido viviendo una metamorfosis cincelada. Roles definidos, picos de forma, momento álgido de la temporada y todos alistados. En esa posición y en casi todas. El Dépor está aquí.

Callado y en segundo plano, dio lustre a cada una de las jugadas. Una línea de pase, una descarga, un arrastre...

La medida de los que juegan y la medida de los que no juegan. El trío en el centro del campo del Dépor es desde hace tiempo una cuestión de cuatro. Con Olabe y Rubén Díez como fijos, el vertical Isi y el multifunciones Villares se reparten esa plaza vacante, salvo que haya alguna sanción o lesión. De ese juego de cartas hace tiempo que salió Álex Bergantiños. Siempre pareció una maldición buscarle un sustituto. Llegaban y llegaban jugadores, una vez hasta salió cedido al Sporting. Para una categoría u otra, de un nivel u otro. Nunca nadie fue capaz de desplazarlo, de sentarlo definitivamente. Empezaba sin jugar y acababa haciéndose un hueco. Es interminable la lista de entrenadores que calcaron los pasos. Óscar Cano le dio el primer partido ante el Linares y luego su determinación fue inequívoca de buscar alternativas. Primero Villares y después un Olabe que es inamovible y que ha demostrado un crecimiento exponencial en las últimos meses. El sostén del Dépor. Por empuje, por correcciones, por ayuda en la salida. Solo a veces le pierde la impulsividad y por eso más de un deportivista agradeció cuando le sustituyeron el pasado sábado tras bordear la segunda amarilla en varias acciones. Álex Bergantiños sabe desde hace tiempo para lo que está. Sus minutos, pocos, son de calidad. Así lo demostró en ese tramo final ante el Badajoz. Formó un doble pivote con Rubén Díez que cerró el partido. Una masterclass de saber estar, a sus 37 años.

Rubén Díez se retira lesionado a vestuarios. |  // ARCAY/ROLLER AGENCIA

Rubén Díez se retira lesionado a vestuarios. | // ARCAY/ROLLER AGENCIA / REDACCIÓN

Todas estas muestras hablan de un pivote y de un Deportivo maduros. No le va a sobrar nada a un equipo que esta vez sí parece llegar preparado al tramo final de temporada. Ya no son solo los puntos, es lo que desprende en el campo, su trayectoria ascendente, el arsenal que tiene disponible (Saverio, Arturo...). Hace un año estuvo meses en una eterna e imperfecta resurrección y, aun así, se topó a nada de subir. La esperanza debe estar intacta, pero los rivales cuentan y los ecosistemas de los grupos son sumamente frágiles, aunque tengas a Lucas Pérez de tu lado. ¿Quién puede explicar cómo estaban y cómo están Córdoba y Ceuta? Dos ejemplos, hay muchos.

Los ecosistemas de los equipos son muy frágiles, pero el Dépor parece más preparado que hace un año para subir

Ver a Trilli, extrañar a Trilli

La holgura del resultado le permitió a Cano rebuscar en el fondo de su armario y allí encontró a Trilli. Ante el Badajoz desapareció y con el Badajoz ha vuelto. No es una vuelta entera por los calendarios imperfectos. Para él ha sido un vía crucis. Nada ha cambiado ni cambiará en la mente del técnico, que de aquí a final de temporada seguirá confiando en Antoñito. Queda por ver incluso si no juega Villares en esa posición el día que al sevillano le toque cumplir sanción.

Es probable que el equipo esté ya en Segunda, pero cuando se vaya Trilli, el club se echará las manos a la cabeza

Antes de que llegue ese momento que separará un poco más a Trilli y al Dépor, el lateral de Ortigueira volvió a cabalgar poco más de diez minutos por la banda de Riazor. Casi nada tuvo tiempo de hacer, más allá de una pared inconclusa con Yeremay y un par de combinaciones con éxito. Ya solo a cuentagotas verlo supuso una nostalgia profunda e instantánea. De ese 2 profundo y sin límites que divertía a Riazor, de esa generación disgregada y sin protagonismo de campeones de España juveniles. Unos fuera, otros en el banquillo, otros en el Fabril.

En los últimos tiempos hay unos cuantos futbolistas a los que el Dépor no dio cabida en su primer equipo y que ahora están en el fútbol profesional. Dani Rodríguez, Juan Carlos, Pinchi, Róber, Hugo Rama... Hay gestiones que admiten matices, hay tempos que era imposible acompasar. También existen casos que empiezan a sonrojar cuando aún no se han producido. Ojalá no ocurra, pero no es ni mucho menos descartable que Trilli se acabe marchando más pronto que tarde y ni siquiera la calderilla compensará. Es probable que el Deportivo esté ya en Segunda División y eso, en teoría, lo compensa todo. Entonces, cuando se coma la banda en la élite, habrá más de uno que se echará las manos a la cabeza. Hacer club es también no malgastar tu talento.

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