Opinión | Al azar

Stormy Daniels, a oscuras

Si se acepta que la imputación de un presidente estadounidense, aunque sea alguien que facilita tanto la tarea como Donald Trump, supone un acontecimiento sin precedentes bajo la bóveda celeste, la persona que ha propiciado esta situación adquiere proporciones legendarias. Este ser existe, se llama Stormy Daniels, y disfruta con su múltiple dedicación de stripper, actriz y directora porno. En efecto, aquí surge un problema de casting, cómo presentarle al planeta la evidencia de que la mujer que ha zarandeado al imperio trabaja desnuda. Según confiesa con desarmante naturalidad la amante durante cinco minutos del magnate, “puta” es el apelativo más frecuente que recibe en los últimos tiempos, en vez de “salvadora”.

Si la víctima de los manejos de Trump fuera un ser humano vestido en horario laboral, y en especial si perteneciera al sexo correcto, las portadas se inundarían con la efigie de la rescatadora de la humanidad. En la configuración actual, la prensa norteamericana escatima imágenes de Daniels, derrocha esfuerzos para oscurecerla, ejecuta la táctica ancestral de ocultar a la autora real de la obra de arte detrás de un señor. En realidad, la actriz ha dañado al ogro de la izquierda con mucha mayor eficacia que la prepotente Hillary Clinton, a la que todavía hoy se llora de modo unánime por sus padecimientos a manos del tirano. Donald, no Bill.

Se dirá lo que se quiera de Churchill, pero no se expresaba con remilgos. Sabía que “se necesita a un Stalin para acabar con un Hitler”, sin que le preocupara demasiado la equivalencia de ambos déspotas, al cultivar al primero con el solo objetivo de derribar al segundo. A Stormy Daniels, nombre artístico, se le escamotea incluso el título de mal necesario. En solo tres minutos hizo más por la salvación de Occidente que los intelectuales y opinadores de esa sección del Universo, pero procede del gremio equivocado. Contra este clasismo resulta muy recomendable su entrevista de hora y media de duración con el afilado Piers Morgan, donde la actriz porno se expresa con mayor solvencia, precisión y cordura que la mayoría de ministros.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS