EDITORIAL

La movilidad sostenible pendiente

A Coruña no es ciudad para viejos. Ni para viejos ni para personas con problemas de movilidad, ni para las familias que lleven en un carrito a sus criaturas, ni tan siquiera para quien decida hacer una compra un tanto copiosa en un mercado. A Coruña, más allá de la zona del Ensanche, es una ciudad en la que abundan las cuestas y, hasta ahora, es una ciudad en la que imperan las escaleras estáticas y las aceras empinadas.

En esta urbe elementos de accesibilidad como ascensores, escaleras mecánicas o rampas son todavía elementos inusuales. Solo cuenta con cinco de estos sistemas y dos más que están en proyecto.

Es cierto que desde el Concello, esta misma semana, se ha puesto en marcha un proyecto que permitirá cubrir la escalinata que separa Adelaida Muro de Ángel Rebollo cómodamente, gracias a la instalación de unas escaleras mecánicas en tres tramos. Además, alguien parece haberse dado cuenta de que en esta ciudad llueve y, en este caso, a diferencia de otras ya en funcionamiento, la infraestructura se hará cubierta para que sus usuarios no tengan que sufrir las inclemencias de la meteorología.

Junto a esta iniciativa está la de la instalación de dos ascensores verticales para conectar Villar Chao con Juan Montes, que también se ejecutará con cargo a los fondos europeos Next Generation.

Sin embargo, todavía son muchos los proyectos que esperan en algún cajón la partida presupuestaria que les permitan convertir en realidad. Se habló de instalar ascensores en Adormideras, junto al Club del Mar, en la pasarela de la Sagrada Familia...

Todos ellos son planes realizados cuando gobernaba la ciudad el Partido Popular con Carlos Negreira al frente. Su intención era construir infraestructuras en todas aquellas cotas en las que la pendiente fuese superior al 12% y, la verdad, es que en A Coruña, hay muchas.

Hay que tener en cuenta que este tipo de elementos mecánicos no son un capricho. Son muchos los ciudadanos que se convierten en auténticos presos en su propia calle para quienes, realizar una gestión como ir hasta el cajero de un banco o acudir a su centro de salud, se convierte en una tarea imposible, ante la morforlogía de su barrio.

Evidentemente, no se trata de sustituir las aceras por cintas móviles similares a las que existen en los aeropuertos, pero es cierto que todos los dispositivos que se han ido colocando, pese a que en un principio pudieron encontrar alguna opinión en contra, se han acabado por convertir en elementos fundamentales y, además, muy utilizados por los vecinos. Ahora que están tan de moda las “ciudades de 15 minutos”, que consiste en que las urbes se diseñen de manera que todos los servicios esenciales como supermercados, farmacias, escuelas, lugares de ocio y de trabajo, se encuentren a 15 minutos a pie, en bicicleta o en transporte público desde los hogares, hay que tener en cuenta que esos quince minutos no son los mismos para un joven que para un anciano.

La movilidad sostenible, además de centrarse en las alternativas al vehículo particular o en las peatonalizaciones, tiene que incluir propuestas que faciliten la vida de los ciudadanos en su día a día y en su propio barrio, en el que es su entorno. Eso y, por supuesto, el diseño de una red de transporte público eficiente que comunique no solo a los distritos con la zona centro, si no a unas áreas con otras para favorecer los desplazamientos de todos los ciudadanos.