Opinión | Shikamoo, construir en positivo

¿Qué tal va todo, familia?

¡Buenos días! Perdónenme la confianza por comenzar de tal guisa esta columna de opinión, pero en realidad se trata de poner el foco en la celebración de hoy, Día Internacional de las Familias. Una jornada que se lleva a cabo desde el año 1994, después de que tal fecha fuese proclamada en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y un día importante, no cabe duda, porque en el concepto de familia estamos involucrados todas las personas y porque, como dice la propia Organización de las Naciones Unidas, tal día singular “supone una ocasión propicia para promover la concienciación y un mejor conocimiento de los procesos sociales, económicos y demográficos que afectan a este importante núcleo de la sociedad”. O sea que, si quieren, ¡pasen y vean! Hoy, en nuestra columna... familias.

Sobre la importancia de la familia como marco de referencia de la persona hay poco que decir, por obvio. Y es que tal núcleo de convivencia supone el elemento más simple de soporte de las personas individuales, impactando muy positivamente en el cuidado mutuo de cada una de ellas y promoviendo dinámicas que, en general, contribuyen al desarrollo de todos los miembros de la misma. Algo sobre lo que yo no tengo ninguna duda, a partir de diferentes experiencias. A modo de ejemplo puede servirnos lo ocurrido en nuestro país en crisis económicas pasadas, y particularmente en la acaecida en torno al año 2008, de enorme impacto para nuestra sociedad. En tal momento los analistas veían una amplia brecha entre los indicadores económicos y socioeconómicos del país, por un lado, y la situación real de las personas, por otro, con menores niveles de lo esperado a partir de los datos en segmentos de pobreza extrema o de situaciones verdaderamente límite. ¿Qué estaba ocurriendo, pues? Sólo la importancia del sostén familiar en el sur de Europa y, en particular, en España podía explicar la falta de correlación real entre unos insumos económicos en muchos casos depauperados y el grado de desvalimiento de las personas, que hubiera sido mucho mayor en otros contextos. La familia ejerció, en esa y en otras ocasiones, de verdadero “sistema tampón” que evitó males aún mayores cuando el deterioro económico y, por ende, la mala situación laboral de muchos ciudadanos y ciudadanas fue a más. Algo parecido, aunque a otra escala y en marcos distintos, pude verlo también en diferentes períodos y realidades nacionales, en contextos de mucha mayor inequidad y falta de medios. La familia, la familia extensa y, en general, el sostén de tipo social están detrás del apoyo en países de América Latina, o en determinadas realidades en África. Decir familia existente y estructurada, por tanto, es muchas veces sinónimo de existir un mayor apoyo para la persona y su cuidado, que debería ser recíproco sin sesgo de género u otras características propias de la persona.

En este año 2024, Naciones Unidas ha propuesto el lema Familias y Cambio Climático, con la idea de visibilizar el impacto del cambio climático en la familia, a menudo el núcleo de referencia a la hora de calcular los ingresos de las personas, así como el papel particular de tales familias en relación con los presentes y futuros retos climáticos. Y es que las familias, así como las comunidades que las aglutinan, tienen un papel crucial a la hora de fomentar la acción climática mediante la educación, la capacitación, la participación comunitaria y el acceso a información veraz y fidedigna. Además, las familias son los principales vectores de transmisión intergeneracional de valores, con lo que incidiendo en la sostenibilidad y la conciencia climática en este ámbito, es posible el ejercicio de que tal legado se entregue exitosamente a las nuevas generaciones, que a su vez pueden producir tal transmisión iterativa a medio y largo plazo.

Este año 2024 se celebra el treinta aniversario del Año Internacional de las Familias. En tal sentido, la jornada de este año es, en sí, un tanto especial. Y ello en un contexto donde la familia, afortunadamente, ya no es un concepto a veces ligado a valores pretéritos y un tanto inmovilistas, sino que ha evolucionado desde una óptica de respeto a la diferencia y, sobre todo, a la diversidad. Hoy decir familias es abordar toda una panoplia muy diferente de situaciones personales y relacionales, de una forma inclusiva que pretenda dar cabida a todas las sensibilidades, visiones, identidades y realidades en nuestra sociedad.

Con todo, ¡Feliz Día de las Familias! Seamos conscientes de nuestro rol como individuos y como grupo humano, como familias y como ciudadanos y ciudadanas y, a partir de ahí, propongamos activamente mejoras para nuestra sociedad.