Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Desafección, Unión Europea y elecciones...

Que la incorporación de nuestro país a la Unión Europea ha sido un verdadero revulsivo que modernizó el mismo, y que tal viaje compartido nos ha traído muchas de las mejores ideas que han llegado a nuestra política y a nuestra sociedad, entiendo que es indudable para todos y para todas. No creo que, salvo algún euroescéptico acérrimo, nadie se atreva a cuestionar esto a día de hoy. Pero entonces... ¿por qué las elecciones al Parlamento Europeo despiertan típicamente tan poco interés en nuestro entorno? ¿Por qué el enorme grado de desafección de la ciudadanía ante este proceso? Sobre esto, queridos y queridas, les planteo la columna de hoy, una vez iniciada ya la campaña electoral que culminará el próximo día 9 de junio con una nueva cita con las urnas. Pasen y vean...

Lo cierto es que, tal y como les digo, las elecciones europeas no despiertan pasiones. Fuera de los círculos más relacionados con la praxis política, Europa y su Unión no son percibidas como algo relevante por una gran mayoría de los potenciales votantes. Tanto es así, que una vez más vuelve a preocupar que la abstención sea la gran invitada no deseada en esa fecha. Pero no solamente en España, no crean. En realidad, el divorcio entre estos comicios y la ciudadanía es algo antiguo, largo y profundo en toda la Unión... Tomen nota: en ocho países la participación está por debajo de la mitad de las personas convocadas. Terrible.

Sin embargo, muchos de los temas que nos ocupan día a día tienen una enorme relación con Europa. Bien es verdad que no todas, pero una buena parte de las cuestiones económicas se dirimen y deciden en el seno de la Unión. Más allá de eso, hay muchas líneas de actuación en aspectos tan importantes como la energía, agricultura, la ganadería o la industria que son organizadas en Europa. Y esto es todavía mucho más evidente si nos referimos a los recursos: las más importantes líneas de ayuda y palancas de financiación de mucho de lo que se hace en España tienen que ver con la Unión. Pero no sólo de dinero va esto de la construcción europea, sino que son muchos los valores, ideas, políticas, creencias y realidades que vienen de la mano de nuestros socios comunitarios. ¿Se imaginan ustedes aquella España autárquica, medio aislada y anclada en el pasado que un día ingresó en el club comunitario? Nada que ver con nuestra realidad...

Pero en la Unión Europea no es oro todo lo que reluce y eso también pesa, desde mi punto de vista, en la visión ciudadana sobre la importancia de dicho proyecto. Para empezar, por la inconcreción actual del proyecto, que no acaba de avanzar en aspectos críticos y que está lastrado por las dificultades inherentes a una realidad demasiado compleja y diversa, marcada además por cuestiones ideológicas e identitarias. Se quiere ir más allá en muchos ámbitos, pero la reticencia de algunos miembros y la llegada al poder en diferentes países de fuerzas que claramente ningunean al proyecto, hacen del conjunto un cóctel verdaderamente difícil de gobernar. Si a eso sumamos otros problemas, como la pérdida paulatina de peso del conjunto de los países miembros y de la propia Unión en el escenario global, la crisis se acentúa. La burocracia extrema que a veces parece un fin en sí mismo y la propia distancia de los centros de poder a nuestra realidad cotidiana también han de ser tenidas en cuenta. O incluso el hecho de que los partidos políticos hayan enviado allí muchas veces no precisamente a los candidatos más en la cresta de la ola o más en sintonía con el pueblo en cada momento...

Con todo, volvemos a un proceso electoral donde el peor fracaso es la incomparecencia de las y los votantes. Y si esto pasa, habremos perdido una vez más todos los que creemos que una Unión Europea fuerte es el primer pilar en el que basar nuestro futuro colectivo. ¿Se imaginan ustedes este yendo por libre cada país? Y, en particular, ¿adivinan el papel de una España en solitario en el mundo que hoy se dibuja, con tensiones geopolíticas y directamente bélicas al alza? En función de las ideas de cada uno, unos dirán una cosa y otros otra, pero les aseguro que en cualquier caso el resultado de tal pregunta tiene que estar muy próximo a la irrelevancia... Europa, y lo creo firmemente desde hace muchos años, no puede pensar en otro escenario que en el de avanzar en una cada vez más sólida Unión Europea, de la que dimanen valores, políticas y acciones a partir de una forma concreta de entender las relaciones entre los pueblos y, a la postre, las relaciones humanas, fruto de nuestra Historia compartida. Creo que el reto del próximo 9 de junio va, sobre todo, por ahí. Y creo que, por eso, es algo en lo que hay que participar, fuertemente convencidas y convencidos.