Opinión | Shikamoo, construir en positivo

Turismo y gentrificación

¿Qué tal están, amigos y amigas? Nuevo artículo, ya bien metidos en el verano meteorológico. Porque ya saben ustedes que, aunque el verano astronómico de 2024 comenzará pasadas las diez de la noche del próximo 21 de junio, desde el día 1 del mes en curso ya se viene produciendo una tipología climática compatible con el tiempo de verano. Con sus vaivenes, claro está, pero verano al fin y al cabo... Es por eso que, a efectos climáticos, el verano se compone de tres meses: junio, julio y agosto. Y... ahí estamos...

Y con el verano, ya saben, la exacerbación del turismo. Un fenómeno que ya está muy presente durante todo el año, en diferentes vertientes y modalidades, pero que es especialmente propio de estas fechas. Y es que desde estos mismos días hasta septiembre ya saben lo que nos queda, especialmente focalizado en el mes de julio y, sobre todo, en la primera quincena de agosto. Esta es una zona de destino del veraneo, cada vez más, y poco tiene que ver ya la situación en nuestro territorio con la que se vivía hace diez, veinte o treinta años. Hoy Galicia y, en general, el norte pegan más fuerte tanto a nivel nacional como extranjero, y lo seguirán haciendo de forma más rotunda en los próximos años... El turismo, algo en principio positivo porque deja una gran huella económica en el territorio donde se asienta pero... que también tiene su contrapartida más negativa. Y es en este contexto donde sitúo los titulares de estos días, que nos hablan de precios verdaderamente desorbitados en la ciudad y su entorno para el alquiler vacacional, con prohibitivos alquileres que llegan hasta 2.900 euros por semana. O, hace poco, se hablaba también del pago por idéntico concepto de hasta 12.000 euros por mes, que viene siendo lo mismo que lo anterior, en este caso por casas en zonas de playa como Sada o Perbes. ¿Qué les parece?

Yo... lo tengo claro. Algunos orientarán su respuesta solamente en un sentido, y nos dirán que tal espectacular subida en los precios supone una enorme oportunidad de negocio. Sí, pero... ¿para quién? Yo creo que es evidente que a quien esté en tal sector le beneficia tal encarecimiento pero, buscando un análisis más equilibrado, déjenme que también me pregunte... ¿y al resto de los locales o de los turistas tradicionales, con menor poder adquisitivo, les viene bien esto? Y la respuesta es, claramente, que no. El hecho de que se asienten en nuestros pueblos y villas cada vez más personas que pagan tres mil euros a la semana —doce mil al mes— por sus alquileres vacacionales supondrá un nuevo proceso de gentrificación, paralelo al que se ha producido ya previamente en el centro de las ciudades, pero con la misma etiología. Así, tanto el local —vía escasez de alquileres, por ejemplo— como el turista de siempre no podrán pagar tales sumas, y se verán desplazados por otras personas que sí. ¿Nos beneficia? Pues... depende quiénes seamos y cuánto podamos pagar o estemos dispuestos a hacerlo... Y, como siempre, surge la pregunta... ¿es esta la sociedad que queremos, que segmenta y separa cada vez más en función de la renta disponible? Algo sobre lo que creo es importante reflexionar...

Pero no se trata solamente de los alquileres. Cuando una zona se torna más “exclusiva” —conozco pocas palabras más odiosas-— entonces todo lo demás sube. Lo hacen claramente los restaurantes, el resto de la hostelería o hasta los servicios más dispares. Si la clientela se mueve a golpe de tarjeta de crédito boyante, tengan por seguro que el entorno de alrededor se verá contagiado por tal subida generalizada de precios... Y, como resultado, más gentrificación aún, en un sentido mucho más amplio. Guetificación también, que no deja de ser un síntoma de subdesarrollo. ¿Y eso les parece “guay”?

Llegados a este punto, no me acusen ustedes de pretender boicotear el boom turístico que se nos viene encima... En absoluto. Pero sí que soy de los que creen que el mismo, como todo, ha de ser regulado. Y que no se puede ni matar a la gallina de los huevos de oro vía masificación, ni comprometer las vidas y las oportunidades de las personas que viven en las zonas objeto de visita masiva durante el estío u otros períodos vacacionales. Salvado esto, creo firmemente en el turismo como importante palanca económica. Pero, ¡cuidado!, no de cualquier manera ni a cualquier precio porque, si eso se hace así, el desastre puede estar servido... Y la gentrificación producida en las zonas turísticas puede ser un importante indicador de que no todo es de color de rosa en tal brutal evolución en dicho ámbito... Algo que ya está aquí y sobre lo que tendríamos que pensar, viendo lo que ocurre en otros lugares que recorrieron tal camino por delante de nosotros...