La Opinión de A Coruña

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Los efectos de la guerra en A Coruña

La flota de arrastre parará al encarecerse el combustible por la guerra

El amarre se hará efectivo en los próximos días | Ucrania suministra un tercio del grano que entra por el Puerto, y la invasión amenaza a los productores de piensos, como De Heus | Repsol asegura que puede mantener la producción aunque se corte el petróleo ruso

Barcos de la flota pesquera coruñesa, amenazados por la subida del gasóil, amarrados en los muelles de Oza. CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Si el coste de los combustibles y la energía llevan subiendo meses, la invasión rusa de Ucrania ha impulsado el petróleo a costes que no se alcanzaban desde 2008, y las empresas y autónomos coruñeses lo están empezando a notar. La quincena de buques que se dedican en A Coruña al arrastre litoral dejarán de operar a lo largo de los próximos siete días, según explica el gerente de la agrupación de armadores Pescagalicia-Arpega-Obarco, Juan Carlos Corrás, porque “los costes se están incrementando por encima de los gastos”.

Las especies que irán cayendo del suministro: bacaladilla, jureles, merluza, rape.

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En palabras de Corrás, “ha habido un incremento brutal del combustible esta semana” y los armadores han pasado de pagar 50 céntimos por litro de gasoil a 120. Un barco de arrastre quema unos 3.000 litros al día, por lo que pescar se hace “totalmente inviable”. El combustible ha pasado de ser un 20% de los gastos de explotación a la mitad.

Algunos de los buques tienen reservas que les permitirán faenar algunos días, pero “esperamos que la totalidad de la flota de arrastre litoral vaya cerrando su actividad de aquí a una semana”. Corrás, también presidente de la lonja coruñesa, enumera las especies que irán cayendo del suministro: bacaladilla, jureles, merluza, rape. Y hay barcos del Gran Sol operando porque ya partieron la semana pasada, pero otros, aún pendientes del viaje, “no van a salir”.

La situación, señala, es crítica para los armadores, porque los barcos siguen teniendo costes incluso estando parados, y para los marineros, que “tendrán que depender del Estado”. Corrás alerta de que si el problema se prolonga la población muchos pueden cerrar definitivamente, como pasó en el pico de 2008, y teme que entren en el mercado productos de otros países. “Tenemos que tener reducciones a costes sociales, ayudas para paradas temporales, que nos permitan mantener soberanía alimentaria del pescado”, resume.

Los camiones no se detendrán en bloque, como los pesqueros, pero “hay gente que los está parando porque los clientes no aceptan repercutir en la factura la subida del carburante”

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Y el problema toca también a los motores de los vehículos de tierra, explica Lucía Loureiro, vicepresidenta de la asociación de transporte de mercancías Acotrades, que ve cómo se agudiza un problema que “nos lleva afectando todo el año”. Los camiones no se detendrán en bloque, como los pesqueros, pero “hay gente que está parando los camiones porque los clientes no aceptan repercutir en la factura la subida del carburante”, como, recuerda, se hizo obligatorio en diciembre .

“Cualquier transportista tiene la ley de su mano para poner en la factura el precio de la revisión” indica “pero muchas empresas no quieren, aunque no les va a quedar otra: o lo hacen o se quedan sin servicio”. Ve el futuro “oscuro, casi negro” y explica que aún hace poco intentaban contratar más conductores, pero “ahora el que le faltaban tampoco los busca, porque para qué”.

Repite la queja José Manuel Reimúndez, presidente de la Asociación de Transportes Ligeros de La Coruña, que lamenta la “especulación” y que cree que habrá una “guerra” que dejará fuera del mercado a las gasolineras de precios más baratos, si no suben. “Nosotros seguimos trabajando, asumiendo los costes porque no podemos subirlos”, pero se encuentran con clientes que quiebran antes de que puedan cobrar.

Falta de grano para el Puerto

El presidente de la Autoridad Portuaria, Martín Fernández Prado, señaló ayer que la guerra “nos está afectando”. Aparte del gasóil de los armadores y la energía, que le supone “incrementos enormes de costes” al Puerto, el de A Coruña es “el principal muelle granelero del Cantábrico” y recibe, especialmente, maíz ucraniano. Bendito con un fértil chernozem, el país es uno de los mayores productores de cereales.

De momento no se han hecho públicos los datos de 2021, pero tanto en 2019 los muelles coruñeses recibieron más de 424.000 toneladas de productos ucranianos, en su inmensa mayoría de maíz, junto con algunas toneladas de harina de colza Son solo un 3,5% del tonelaje total, pero las importaciones ucranianas suponen aproximadamente, el 35,2% de las entradas de grano y harina de que se produjeron año. En 2020, con el impacto del COVID, se bajó a 261.000 toneladas ucranianas, el 31% de las 842.409 totales.

La invasión rusa afecta directamente al suministro de las fábricas de piensos, entre ellas la de la coruñesa De Heus Nutricion Animal, una de las empresas más importantes del municipio en el sector alimentario. Según explica el director de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos (Agafac), Bruno Beade, en la provincia hay 46 factorías de piensos “por la proximidad del Puerto” coruñés, líder en descargas de grano. “El maíz ucraniano supone el 40% del que compramos en Galicia, y en un año normal es el único que compramos de enero a junio” debido a las restricciones europeas, explica.

Pero ahora “no está llegando ni un grano”. La última descarga del Puerto coruñés fue a mediados de enero. El stock llega para “cuatro semanas, cinco semanas”, pero hay un “riesgo importante” de quedarse sin suministros. Entonces habrá que sacrificar parte de la cabaña gallega antes de que muera de inanición.

Beade confía en que eso no llegue a ocurrir, y que, tras las peticiones al Estado, se permita importar grano norteamericano, si bien tiene serias dudas sobre las futuras cosechas ucranianas, por la destrucción de infraestructuras e la inseguridad.

Repsol garantiza la producción

Pero por el Puerto también transita una importante cantidad de hidrocarburos procedentes de Rusia, país al que McCain y Borrel se refirieron como “una gasolinera”. Fueron casi 264.000 toneladas en 2019, el 2% del total, y 414.000 en 2020, casi el 4%. En su mayoría, se trata de fueloil, carbón y petróleo crudo con destino a la refinería de Repsol. El Gobierno ha propuesto cerrar los muelles a los barcos del país, aunque por el momento no se ha dado ninguna orden en este sentido, según aclaró ayer Puertos del Estado a este diario.

Pero fuentes de Repsol garantizan que en las instalaciones coruñesas no hay ni habrá “falta de abastecimiento”. “La refinería tiene una flexibilidad total en cuanto a tipología, y la mayor parte viene de Sudamérica y México” señala la compañía.

La empresa no ha facilitado a este diario un desglose de sus importaciones, pero, siguiendo los datos del Puerto, no parece haber una dependencia del petróleo ruso, del que ya ha prescindido Estados Unidos. En 2020 entraron algo más de 179.000 toneladas de crudo, aproximadamente un 4,8% del total. En 2019 cerca de 70.000, un 1,3% del conjunto de petróleo recibido.

Los empresarios piden “soluciones urgentes”

Entre los asociados de la Confederación de Empresarios de La Coruña (CEC) hay una “creciente preocupación” ante los problemas económicos que producirá la guerra “cuando todavía los efectos económicos de la pandemia no han acabado”, según señaló su presidente, Antonio Fontenla. La organización reclama “soluciones urgentes” para proteger a las empresas coruñesas y trasladará sus demandas a las agrupaciones patronales CEOE y Cepyme, además de a la Xunta y a los partidos políticos. Según Fontenla, en la junta directiva y el consejo de presidentes de este martes hubo un “clamor unánime” por la subida de precios de la energía y las materias primas, así como por el desabastecimiento. El Gobierno tiene que tomar “decisiones” para impedir que la energía se emplee como “arma de guerra”, defiende la patronal, pues pone en “riesgo” a las industrias electrointensivas, como la del hierro, níquel, vidrio y ladrillos, “con la consiguiente posible paralización de obra”. También al transporte, con riesgo de “desabastecimiento”. El corte de la agricultura ucraniana impacta a la ganadería, las conservas y en general el “sector agroalimentario”.

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