Entrevista | Jairo Zavala Creador del proyecto musical Depedro. En concierto, este viernes en MEGA

“No hay nada más bonito que ver cómo suena tu música en manos, ojos y bocas de otros”

Jairo Zabala, con su guitarra.   | // L. O.

Jairo Zabala, con su guitarra. | // L. O.

Está creando un nuevo disco, pero Jairo Zavala, Depedro, sigue disfrutando de su álbum más reciente, Máquina de piedad, con el que llega este viernes al Museo de Estrella Galicia (MEGA) en formato acústico, aunque en el repertorio también incluirá otros éxitos pasados.

Toca por todo el mundo, pero en sus giras siempre aparece alguna fecha en Galicia.

Sí. Creo que me voy a acabar comprando una casa en Galicia [ríe]. Tengo muchísima suerte de ir.

Actúa este viernes en el Museo MEGA. Música y cerveza. ¿Hay algo mejor para disfrutar de un acústico?

No he estado todavía, pero me han dicho que es un espacio precioso. A veces hay que descontextualizar la música para que surjan nuevos sonidos y se genere una experiencia diferente.

¿Qué le ha traído Máquina de piedad? ¿Había muchos sentimientos que explorar y contar?

Sobre todo, darme cuenta de que las experiencias conscientes son las más relevantes. Hay que darse cuenta de lo que pasa a tu alrededor y darle su importancia.

Es un disco positivo y esperanzador. ¿Usted es optimista o ha aprendido a serlo?

Por naturaleza, siempre quiero ver el vaso medio lleno. Si quieres mirar al lado oscuro, hay muchísimo, un agujero profundo. Mi experiencia me dice que los movimientos pequeños y tan maravillosos de solidaridad y apoyo que tenemos en nuestro campo cercano son mucho más poderosos.

En ese mundo de la música, ¿el lado oscuro tira?

No en mi caso. Hay que desconectar de la antigua visión de que la noche tiene algo que ver con el arte. Para nada, no tiene nada que ver. Son cosas accesorias, máscaras que la gente utiliza, y está muy bien si alguien quiere hacerlo, pero con el arte y con la música no tiene que ver.

Desde el escenario, ¿trata de reforzar ese concepto de artista?

Yo intento dignificar mi trabajo, lo considero un oficio. Al final, aunque tengamos la suerte de trabajar con emociones, hay que hacerlo constantemente, bien y formalmente. Le doy toda la importancia y soy muy consciente de lo privilegiado que soy al poder hacerlo.

Hay quien pone punto final a la historia, como El Columpio Asesino. ¿Estas despedidas le hacen reflexionar sobre su día a día?

Hay ciclos para todo. Tenemos también el derecho a la renuncia, a la equivocación, a parar, a detenerse… es igual de válido que el intentar tirar hacia adelante a toda costa. Es el derecho a fallar. Y es lo más humano que hay. Dime quién no ha fallado a tu alrededor alguna vez.

En las canciones del último álbum hay de todo, desde aire de rumba a un toque eléctrico como su tema con Leiva. ¿Se encuentra a gusto en todos esos registros?

Me encanta todo tipo de sabores. Si están en el disco, es porque estaba muy a gusto. Con la edad voy aprendiendo a saber lo que no quiero. Lo que quiero y lo que me gusta es lo que queda después de quitar lo que no quiero.

¿Qué significan esas colaboraciones con otros artistas?

Mucho. Ha sido una constante en mi carrera. Son encuentros que dan sentido a esto que hago yo que es la música. La música se hace con otros, la tocas para otros. Es una cultura gregaria, necesitas de una comunidad y no hay nada más bonito que ver cómo suena tu música en manos, ojos y bocas de otros. Suena diferente.

Y ya no solo en este trabajo, en toda su trayectoria, ¿qué papel juega Calexico? ¿Y qué ha aportado usted a la banda?

Calexico me ha ayudado mucho, sobre todo a nivel personal, a generar una autoconfianza, a enfocar las emociones y las canciones. He aprendido mucho de su generosidad. Les estoy muy agradecido, siempre estaré en deuda con ellos. Yo he aportado, a lo mejor, las infusiones de ritmos y música que tengo desde esta parte del mundo. Ellos saben apreciarla y por eso he estado ahí.

Acaba de estar en Madagascar. Hábleme de ese proyecto.

Me ha tocado el alma. Ha sido muy bonito, muy duro y muy esperanzador. He conocido el proyecto de José Luis Guirao y Agua de Coco. Me quedo con que ayuda, tiene más de 40.000 beneficiarios en Madagascar, uno de los países más pobres del mundo. Este hombre sabe iluminar y, con su humildad, sabe ayudar. Es importante ayudar, pero mucho más importante cómo ayudar. He ido hacer un documental para poner el foco en este hombre que ha estado también en Ruanda y en Camboya.

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