Una hucha para Omar en su patria del Orzán

Siete locales de hostelería y varios clientes habituales de la zona se unen para recaudar dinero para que el vendedor senegalés pueda mantener a su familia mientras se recupera de una lesión

Pedro Otero (Tío Ovidio), Álex Méndez, Omar Ngom, Aarón Fernández, Jordi Pallarés (Trece) y Víctor Lamas (Tranvía), con las huchas de la colecta

Pedro Otero (Tío Ovidio), Álex Méndez, Omar Ngom, Aarón Fernández, Jordi Pallarés (Trece) y Víctor Lamas (Tranvía), con las huchas de la colecta / Víctor Echave

“Nunca bajo los brazos, siempre lucho. Todos los días estoy en la calle caminando, vendiendo mecheros y pulseras. Sábados, domingos, llueva o no, en invierno o en verano”. En los pies de Omar Ngom hay kilómetros para dar la vuelta a la ciudad en varias vidas. Pocos son los que nunca se han cruzado con él por el entorno del Orzán, donde ejerce la venta ambulante desde hace casi tres décadas. Pero Omar, que pone rostro a esa diáspora senegalesa que sostiene a sus familias con envíos de remesas mensuales desde A Coruña, ya no puede caminar. Una aparatosa lesión en el pie y un reciente diagnóstico de diabetes se lo impide por el momento. Pero Omar, aunque vive a miles de kilómetros de sus parientes de sangre, no está solo en A Coruña. “Aquí estoy buscando la vida solo, pero siento que tengo una familia más aquí. Dentro de lo que cabe —dice, señalando el pie vendado— estoy contento”. Cuando habla de familia, se refiere a los propietarios de cerca de una decena de locales de hostelería del Orzán y a sus clientes.

En el Tranvía, el Tío Ovidio, el Caneca Furada, la Cova Céltica, el Trece, Meliora, y el Siglo han ido apareciendo, en el último fin de semana, una serie de huchas de color negro con una inscripción roja: “Omar”. Unas huchas que esperan servir de sustento temporal para un habitual a quien, por la fuerza del trato y de los años, ya quieren como a un hermano. “Omar siempre fue un tío maravilloso. Pura alegría, nos mueve a todos. Cuando supimos lo que le pasaba, nos pusimos a comprar huchas y pintarlas”, cuenta Aarón Fernández, cliente habitual de los locales del barrio e impulsor, junto a otra amiga, Natasha, de una iniciativa que prendió en el Tío Ovidio y se extendió como la pólvora por los locales colindantes. “Estamos viendo si montamos un concierto o algo similar para recaudar más fondos”, cuenta Pedro Otero, gerente del establecimiento, que ya prepara nuevas iniciativas para que la familia de Omar no pase necesidades.

Todos, clientes y propietarios, se implican a fondo en ello. “Estamos intentando moverlo por redes sociales, Twitter, Facebook, para que se sume más gente. Conozco a Omar desde hace años, cuando yo mismo trabajaba en hostelería él ya venía al local. Ya que no puede trabajar, vamos a intentar ayudarle a que a su familia no le falte dinero”, cuenta otro cliente habitual, Álex Méndez, encargado de tratar de dar viralidad a una iniciativa que ya “ha tocado el corazón” a Omar, como él mismo reconoce. “Cuando les conté lo que habían hecho a mis parientes de Senegal, lloraron. Soy como el motor del coche de mi familia. Mando lo que puedo y yo voy sobreviviendo aquí”, cuenta.