Emilio Quesada | Escritor y exconcejal

“Fui el enlace del último Ayuntamiento franquista con las fuerzas democráticas”

“En un pleno presidido por Liaño los dirigentes vecinales nos lanzaron monedas”

Emilio Quesada, en el acto de presentación de su libro.  | // IAGO LÓPEZ

Emilio Quesada, en el acto de presentación de su libro. | // IAGO LÓPEZ

Emilio Quesada Zato presentó este lunes en el Casino Sporting Club el libro Franquismo y democracia en el Ayuntamiento coruñés, en el que narra sus vivencias en 16 años como concejal, primero durante la dictadura y luego en la etapa democrática. De esos años detalla cómo se produjo la transición en la Corporación local y su papel como nexo con los partidos democráticos.

¿Qué le impulsó a abordar esta época municipal?

No fue por casualidad, ya que tengo una saga coruñesista que empezó con el libro Aquella Coruña y siguió con Casa Enrique, nuestra taberna y Los retos de la Diputación coruñesa. Me faltaba ese pie para completarla, ya que fui concejal ocho años en la época franquista y otros ocho en la democrática. Abordo ese periodo para compararlo con lo que sucedía en el resto de España y ver cómo se recibían en el Ayuntamiento las novedades que se iban produciendo.

¿Fueron convulsos los últimos años del franquismo en el Ayuntamiento coruñés?

Un poco. A Liaño Flores la oposición democrática lo volvió loco y le hizo dimitir, mientras que Berta Tapia solo estuvo tres meses, ya que después fueron las elecciones que hicieron alcalde a Domingos Merino. Berta me había encomendado hacer de enlace con las fuerzas democráticas. Cumplí esa misión e hicieron una transición muy pacífica. En aquel momento hice muy buenas migas con Pepín el de la Lejía, que escapó de milagro de la represión franquista en 1936 y de quien me hice bastante amigo. Le recordaba de cuando iba con sus hermanos vendiendo lejía con un burro por las calles gritando “¡El lejiero!” y la gente bajaba a comprarles.

¿Conservó amistades de aquellos primeros políticos democráticos?

A algunos ya los conocía, como Manuel Murillo Carrasco, Marcelino Lobato o Fernando García Agudín, aunque otros me eran totalmente desconocidos. Procuré hacerlo lo mejor posible para mantener la paz en el Ayuntamiento, a pesar de que la oposición democrática estaba bastante levantisca en aquel momento.

¿Cómo recuerda las primeras elecciones municipales?

Seguí los resultados en el sótano de lo que era la Secretaría General del Movimiento, el edificio de la plaza de Pontevedra donde hoy está la Delegación de Facenda de la Xunta. Me pareció poco lógico que Unidade Galega lograse cinco escaños y creo que fue gracias a su nombre, ya que entonces había una gran ilusión por la autonomía gallega.

También fue una sorpresa la elección de Merino como alcalde.

Fue de rebote, porque en los Pactos del Hostal entre la izquierda se acordó que los alcaldes de Ferrol, Santiago y Vigo fuesen socialistas, por lo que en A Coruña debía ser de otro partido y se eligió al cabeza de lista de Unidade Galega, cuando lo lógico habría sido que fuese el del PSOE, Antonio Carro.

¿Fueron muy difíciles sus dos años de alcaldía?

Lo fueron porque Unidade Galega confundió el tono. Aquella Corporación se vaciaba en temas que no tenían nada que ver con los locales, como el aeropuerto o los barrios, y se hablaba del aborto o el idioma gallego, lo que generó un desencanto total, hasta el punto de que el PSOE se puso de acuerdo con UCD y Alianza Popular para derrocar al alcalde. Fueron dos años en los que no se hizo absolutamente nada en favor de la ciudad.

Tras la dimisión de Merino en 1981 le sucedió Joaquín López Menéndez, de UCD.

Llegó con un ambicioso proyecto de 171 propuestas, de las que muchas se cumplieron, como la reconstrucción del estadio de Riazor para el Mundial de 1982 y la compra de los terrenos de la Torre para los entrenamientos del Deportivo.

En las elecciones siguientes fue la primera victoria de Paco Vázquez, pero enseguida tuvo problemas con su grupo.

Fue con tres concejales: Enrique Carreira, Segundo Pardo y Pedro Arias. Este último había sido comunista y acabó siendo diputado gallego del PP.

En ese mandato se celebró el llamado pleno del siglo.

Hubo otro pleno el siglo con Liaño cuando se quiso instalar El Corte Inglés en la cantera de Santa Margarita y en el que Marcelino Liste y otros dirigentes vecinales lanzaron monedas a los concejales para denunciar que les habían comprado. Hubo que hacer el pleno a puerta cerrada y se aprobó, pero El Corte Inglés renunció a hacerlo. Con Paco Vázquez hubo otro pleno del siglo para aprobar ocho aparcamientos subterráneos, la apertura de El Corte Inglés en Cuatro Caminos y el nuevo plan general. Consiguió hacerlo gracias a los votos de AP para superar el rechazo de tres de sus concejales, ya que entonces ya estábamos de acuerdo en colaborar.