Callejero de A Coruña: Pérez-Ardá, una vida política en fascículos

Callejero de A Coruña: Pérez-Ardá, una vida política en fascículos

Callejero de A Coruña: Pérez-Ardá, una vida política en fascículos / VICTOR ECHAVE

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Está claro que si uno tiene vocación política puede ser alcalde de su ciudad, pero serlo en tres periodos distintos de la vida puede parecer excesivo. En realidad, hay que conocer el carácter de José Pérez- Ardá para comprender al personaje, al que seguramente movía más la voluntad de servicio que una supuesta ambición política. Nuestro hombre era de los que no se amilanan por cualquier cosa. Recién llegado a la Alcaldía de A Coruña en 1939, con sólo 26 años, pidió que se expropiase todo el término municipal coruñés para evitar la especulación. También obligó al gobernador civil a desistir de su intento de recibir personalmente a Francisco Franco en su primera visita a A Coruña tras la Guerra Civil, ya que amenazó con dimitir justo antes de la llegada del jefe del Estado.

Su primer mandato duró trece meses, pero volvió a ser designado alcalde en 1943. Pero de nuevo el número fatídico le marcó, porque a los trece meses fue relevado en el cargo y pasó a dedicarse a su profesión de abogado. La tercera de sus etapas como alcalde se inició en 1969, ya con 56 años a sus espaldas, y concluyó en 1974.

Abarcó una de las fases más expansivas de la historia reciente de A Coruña, en la que se crearon el Colegio Universitario, la Escuela de Arquitectura, la Estación de Autobuses, la Escuela de Idiomas, el Festival de Cine de Humor, la presa de Cecebre y otras muchas actuaciones, como calles y avenidas. Tuvo fama Pérez-Ardá de ser un hombre sumamente campechano, amante del trato directo con los vecinos, con quienes conversaba en lengua gallega, y especialmente con los marginados, por cuya integración luchó frecuentemente. La calle que el Ayuntamiento coruñés le dedicó bordea uno de sus logros, la Estación de Autobuses.