Mirella R. Abrisqueta | Autora de ‘La mujer que soñaba con números’, que se proyecta en la Domus

“La Casa de Moneda usaba un texto del XVIII sin saber que era de una mujer”

“Es muy difícil saber sobre las investigadoras de la época porque firmaban como hombres”

La documentalista Mirella R. Abrisqueta.   | // CHUS MARCHADOR

La documentalista Mirella R. Abrisqueta. | // CHUS MARCHADOR / Enrique Carballo

La directora y guionista Mirella R. Abrisqueta combina documental y ficción en el largometraje La mujer que soñaba con números para recuperar la historia de María Andresa Sotomayor, una matemática zaragozana que en 1738, con 17 años, publicó el manual Tyrocinio aritmético, considerado el primer texto científico de autoría femenina en España. Por Navidad, la Domus proyectará entre el 23 de este mes y el 7 de enero La mujer que soñaba con números y el también documental científico Maa-Yiem. La extraordinaria historia de Jordi Sabater Pi, ambos ganadores de los premios Prisma.

¿Cómo descubrió esta historia?

Durante muchos años he dirigido un programa de ciencia en la televisión autonómica aragonesa, y documentándome, descubrí un artículo sobre ella. Busqué información y todo lo que hallaba era muy breve y repetía los mismos conceptos. Contacté con un investigador matemático, Pedro Miana. Le propuse hacer una investigación en paralelo al documental: íbamos metiendo los temas que encontraban.

Parte de la obra de Sotomayor se perdió. ¿Qué queda?

Tenemos un ejemplar del Tyrocinio, que se conserva en la Biblioteca Nacional. Se sabe que escribió otro libro más avanzado, pero se ha perdido. Cuando empezamos el documental ni siquiera teníamos la partida de nacimiento, descubrimos que tenía 17 años cuando escribió Tyrocinio con el documental a medias. Pensábamos que era mayor.

¿Qué contiene el libro?

Es un libro muy divulgativo. Al ser ella hija de comerciante, debió notar las carencias de su padre y otros comerciantes, y decide hacer un libro para ayudarles en su negocio. En aquel momento no había una única moneda en España, había un montón, por territorios, y no usaban un sistema decimal. Hacía falta hacer matemáticas para realizar los cambios. La mayoría de la gente no iba a la escuela, y este libro trataba de enseñarles matemáticas básicas para convertir monedas, hacer cálculos...

El documental incluye ficción.

Es una historia en paralelo en la que supongo cómo pudo ser su vida, porque de eso no hay nada. Sabemos básicamente dónde vivió, su nacimiento y muerte y que no se casó.

Y también vivía sola, algo poco frecuente en su época.

Interpreto que debió no casarse para seguir el estudio de las matemáticas. Si se hubiera casado no hubiera podido dar clase ni seguir escribiendo.

También vivía sola.

Tuvo que ser una mujer muy independiente, con las ideas muy claras. Supongo que se ganó cierto respeto a su alrededor por su calidad intelectual, porque, si no, no habría podido publicar. Vivía con pocos medios, porque los maestros prácticamente no cobraban, pero creo que le gustaba tanto las matemáticas y los números que le compensaba.

Reordenó las letras de su nombre para firmar el Tyrocinio como si fuese un hombre.

Yo creo que ciertos círculos sabían que era ella. Un coetáneo escribió un libro de autores aragoneses y la nombra como autora, a pesar del pseudónimo. Pero los que lo compraban no tenían idea de que estaba escrito por una mujer. Si no, probablemente no lo hubieran comprado.

¿Qué difusión llegó a tener?

El libro se debió mover bastante porque aún se conservan ejemplares. Como cosa curiosa, cuando fuimos a hablar con la gente de la Casa de la Moneda, porque ella trata las monedas de la época en el Tyrocinio, ellos tenían unas fotocopias del libro que llevaban años empleando para documentarse sobre monedas. No sabían la historia del libro y que era de una mujer. Me lleva a pensar que se han conservado más copias que llegaron a la época moderna.

¿Habrán quedado otras Sotomayor olvidadas por la Historia?

Estoy segura de que Andresa no es un caso excepcional. No habría tantas en otros países, pues aquí la ciencia no era fácil ni para los hombres, pero creo que hubo más mujeres dedicadas a ciencia e investigación que escribieron. Pero el uso de pseudónimos masculinos, lo normal en aquella época, hace muy difícil saberlo. Y luego, las familias consideraban sin importancia muchas veces las cosas que escribían las mujeres y las tiraban.