Un baño de realidad para el Deportivo

El Real Unión tumbó a un equipo que perdió su alma y vive una dolorosa verdad

Hugo Rama

Hugo Rama / LOF

Xane Silveira

Xane Silveira

Si 11 jornadas y dos meses de competición sirven para sacar conclusiones, las del Dépor son muy claras: la realidad duele. Y mucho. Porque en el fútbol las verdades a medias vuelan y las mantas que no cubren hasta los pies son más bien fulares extendidos en un invierno gélido. Ese frío tortura los huesos de cada uno de los aficionados que volvieron a buscar la gloria en un desplazamiento que volvió a derivar en decepción. No hay nada que salvar en un día de verdades puras y sangrientas. De las que bajan a uno de golpe al suelo.

El Deportivo es un mortal más en una competición que no aprecia héroes ni galanes; en una Primera RFEF que ha quemado con velocidad cada una de las excusas que pudieron existir en algún momento. Ha rasgado cada una de las vestiduras hasta dejar en harapos ante la realidad vigente. No existe ya aquello de “ni antes tan buenos ni ahora tan malos”. Es, simplemente, que este equipo no se impone, no es mejor o al menos no lo aparenta desde lo puramente individual. Si el plan se cae, nadie emerge para erigirse como salvador.

Pero esta vez no hay excusas a las que agarrarse ni rincones comunes en los que esconderse. Se cayó todo el equipo ante un Real Unión que dio un baño de realidad al Deportivo. Una cura de humildad a una plantilla que pudo sentirse superior al resto en algún momento de agosto, pero pronto perdió cualquier respeto o miedo del contrario. Es la simple verdad blanquiazul: cualquier equipo mira a los ojos al Deportivo y ve más dudas que certezas.

Esta vez bastó un puñado de buenos minutos y un gol con cierto tino para poner en jaque todo el plan de partido. Sirvió, también, un simple 2-0 en el 46’ para destrozar cualquier atisbo de recuperación. Es la realidad de un Deportivo que puede querer sentirse superior. Pero, en la práctica, no, no lo es.