Hablar de fútbol en la parroquia de Loureda es hablar de Antonio García Viñán, que es más conocido por su apodo, el Cubano. Fue uno de los fundadores del Campanal Fútbol Club y estuvo vinculado al equipo durante más de treinta años. Al principio como jugador y la mayor parte del tiempo como directivo. Se encargaba de cualquier tarea. Desde preparar el terreno de juego, realizar gestiones o habilitar un vestuario en su casa para los jugadores. Falleció el pasado lunes con 91 años de edad. Con él se marchó buena parte de la historia futbolística de Loureda.

El Campanal ha sido el único club de fútbol federado que ha tenido Loureda. El club llegó a militar en Regional Preferente en la temporada 1980/1981. Fue todo un hito para esta parroquia de Arteixo, que en la actualidad tiene unos 1.600 habitantes. Antonio García Viñán tuvo dos hijos. Uno de ellos se llama Francisco García, que es conocido como Paco el Cubano. Este último explica que su padre fue el primer presidente que tuvo el Campanal una vez se federó oficialmente en 1960 y también ostentaba el mismo cargo cuando la entidad desapareció.

El hijo del Cubano -el apodo se originó con el padre del fallecido, que emigró a Cuba y le quedó este sobrenombre cuando regresó a Arteixo- relata que su padre "hacía de todo". "Si hacía falta marcar el campo, marcaba el campo", asegura. El cierre de madera del último campo donde jugó el Campanal, O Lobo, lo colocó su padre. "Quien tiraba del carro fue él", asegura.

El Campanal fue campeón de Segunda Regional en la liga de la zona de Arteixo en la campaña 1979/1980. Uno de los jugadores que formó parte de aquella plantilla fue el actual concejal de Seguridad Ciudadana, José María Sánchez Novo, que jugó de portero. El edil recuerda perfectamente aquella temporada y a Antonio García Viñán.

"El Campanal era él", afirma. Novo señala que el Cubano se encargaba de casi todo. Incluso habilitó un vestuario improvisado al lado de su casa. "Nos hizo las duchas y teníamos que bajar después al campo", asegura Novo. También recuerda que se encargaba de hacer las fiestas a los jugadores del equipo. "Era un gran grupo humano", indica. El concejal además se deshace en elogios hacia Antonio García Viñán. "Era una bellísima persona. Todo le parecía bien. Era muy campechano", destaca el concejal de Seguridad Ciudadana.

Antonio García Viñán, el Cubano, también fue jugador del Campanal en la década de 1950, aunque entonces el club no estaba federado. Jugaba de defensa central. Su paso por el césped duró poco, ya por su edad. Entonces ya superaba los treinta años.

Los trofeos del Campanal todavía están en el Bar Deportivo de Ervedíns, en Loureda. Local que regenta la hija del Cubano. La desaparición del Campanal comenzó a gestarse precisamente cuando ascendió y jugó en Regional Preferente, en la temporada 1980/1981. El club debía asumir el coste de largos desplazamientos por carretera y apenas obtenía ingresos en los partidos como local debido a que los equipos contrarios no arrastraban aficionados, según explica el hijo, Francisco García. Finalmente la tragedia se consumó en 1987. A dos días de comenzar la competición nadie quiso asumir la gestión del equipo, con lo que tuvo que renunciar a saltar al campo. El último presidente del club fue García Viñán.

No todo fue fútbol en la vida del Cubano. Fue conductor de autobús de la línea que enlazaba A Coruña, Arteixo y Loureda por Meicende durante cerca de quince años. Trabajaba en la empresa Benito. Al dejar este empleo se hizo camionero, según relata su hijo. García Viñán también fue fotógrafo. Retrataba bodas.