En Bergondo las mejoras viarias no llegan por sí solas, se conquistan. Y algunas se hacen de rogar, para desesperación de los residentes. Hace cuatro años un grupo de vecinos de Guísamo, hartos de los atropellos en la Nacional VI, se disfrazó de semáforo para instar al Ministerio de Fomento a tomar medidas para garantizar un paso seguro. Tras meses de cortes de tráfico semanales, lograron el anhelado compromiso estatal.

Protesta en 2017 en Guísamo para exigir un paso seguro LA OPINION

Las consignas y pancartas no siempre dan frutos. Los residentes en San Paio recurrieron también a las movilizaciones para exigir la mejora del punto negro de Villa Julia, pendiente aún tras casi veinte años de protestas debido al enconado conflicto entre la Diputación y el propietario de la quinta, que se opone a la expropiación de parte de su finca para eliminar este embudo de la carretera DP-0810.

En los últimos años, las administraciones responden a las reclamaciones viarias de Bergondo con una de cal y otra de arena. El Estado ha desbloqueado ahora la reforma del cruce de Ferrol, que ha sacado a contratación tras declararla urgente el Congreso ya en 2009. Otras, como la de Cortiñán, siguen pendientes. A estas reivindicadas mejoras se suman otras que siguen pendientes, reclamaciones que han dado pie a un intercambio de escritos entre el Concello y la Xunta y que siguen pendientes, como la mejora de la seguridad en la AC-164 en Fiobre o a en la AC-162 la altura de Albergue da Marina, en Gandarío.

La Junta de Seguridad Local celebrada la pasada semana en Bergondo abordó nuevamente el incremento de la siniestralidad en la AC-164 en Fiobre, donde fue atropellada el pasado noviembre una niña de diez años.

El Concello de Bergondo solicitó a la Xunta hace ya más de tres años la instalación de un paso de peatones a la entrada del núcleo, a la altura de la parada del bus. En un escrito remitido a la Consellería de Infraestruturas, el concejal Juan Fariña advertía de que la presencia de la marquesina “no es compatible con un límite de velocidad superior a los 50 kilómetros por hora” y llamaba la atención sobre los accidentes registrados en este punto. El Gobierno local comparaba este tramo con el de la AC-162 en A Lagoa, donde la Xunta sí accedió a instalar un paso de cebra y a reducir el límite de velocidad, que actualmente en Fiobre es de 60 kilómetros por hora.

Parada de bus de Fiobre frente a la que el Concello y vecinos reclaman un paso peatonal.

El Gobierno gallego replicó que no se trata de un tramo urbano y que no cumple los requisitos establecidos por la ley para habilitar pasos peatonales. La respuesta no convence al Ejecutivo municipal, que prevé enviar a la Xunta un informe que prepara la Guardia Civil sobre la siniestralidad en este tramo para reclamar nuevamente un paso seguro, como avanzó la pasada semana la alcaldesa, Alejandra Pérez.

El Concello también ha solicitado sin éxito un paso peatonal a la altura del Albergue da Marina. La petición, de 2019, que fue reiterada por el director de las instalaciones, ha recibido otra negativa autonómica, que considera que “no cumple los requisitos mínimos legales exigidos”. El Concello y el responsable del Complexo Xuvenil As Mariñas reiteran la reclamación y apelan a los riesgos de no disponer de un paso peatonal en un punto de salida de los niños durante las excursiones.