El ‘pombal’ de Pardo Bazán en Santa Cruz en Oleiros, en pleno uso cien años después de su muerte

Expertos determinaron que se construyó para palomas mensajeras | Estuvo un tiempo sin aves por el ataque de visones

Palomas que viven en el palomar subterráneo del castillo, comiendo lo que les dan los visitantes. |   // I.R.

Palomas que viven en el palomar subterráneo del castillo, comiendo lo que les dan los visitantes. | // I.R. / M. Villar

Cerca de una veintena de palomas picotean las migas de pan que de forma habitual siempre les reparte alguien al pie de la pasarela. Están acostumbradas y ya esperan en el murete a por su comida y casi comen en la mano. Viven en el palomar subterráneo del castillo de Santa Cruz en Oleiros, uno de los más singulares de la comarca por sus características pero también porque pertenece a la época en la que en este inmueble veraneaban la escritora Emilia Pardo Bazán y su marido José Quiroga. Han pasado 102 años de la muerte de la autora y el palomar sigue en pleno uso, cumpliendo su función.

Vista del palomar subterráneo, incrustado en un muro. |   // I.R.

Vista del palomar subterráneo, incrustado en un muro. | // I.R. / M. Villar

Este palomar es uno de los pocos elementos que se conservan de la época de Pardo Bazán y José Quiroga (que era el propietario), junto con el artesonado de madera de una de las salas, que fue rehabilitado recientemente por unas especialistas por encargo del Concello de Oleiros (un trampantojo de cartón piedra que simula azulejos diseñado por el decorador barcelonés Hermenegildo Miralles); parte del arbolado del jardín y la configuración arquitectónica exterior del edificio. Cuadros y otras piezas existentes se trasladaron en su día a la Casa Museo Pardo Bazán en A Coruña, para garantizar su conservación lejos del mar.

Responsables del Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental (Ceida) de Santa Cruz, cuando se instalaron en el castillo donde tienen su sede (tras ser adquirido por el Concello), investigaron sobre los orígenes, características y sucesos relacionados con este castillo. Y entre los elementos que analizaron está el pombal subterráneo.

“Consultamos con colombófilos especialistas y nos dijeron que por las características de este palomar, era para palomas mensajeras”, explica Verónica Campos, educadora ambiental del Ceida. Se estudió la posibilidad de que existiese este palomar antes de la época de la escritora, cuando era un fortín militar, o después de su muerte, ya que su hija Blanca lo donó al patronato de huérfanos del Ejército, y la conclusión tras consultar con expertos en fortificaciones fue que este tipo de construcciones defensivas no solían incluir un palomar, como tampoco lo tienen el castillo de San Antón o el de Valparaíso en Ferrol.

“Pero un palomar de palomas mensajeras sí estaba constatado claramente como una afición burguesa, en los pazos en el siglo XIX”, señala Campos, quien además señala que sería muy necesaria una investigación a fondo de toda la historia de esta construcción defensiva en Santa Cruz, de la que se desconocen muchos datos.

“El pombal está en el muro del castillo donde está la torre cuadrada, con almenas, que es de la época de José Quiroga y Pardo Bazán, por eso aún se confirma más su fecha del siglo XIX”, añade esta trabajadora del Ceida e investigadora también sobre Pardo Bazán.

“Se tardó mucho en descubrir este palomar porque estaba totalmente cubierto de maleza en la fachada y por la parte superior tenía una losa encima que ocultaba la puerta de bajada. Al pombal se entra por el techo, por unas escaleras. Debajo existe una puerta con reja pero no es de entrada, fue un intento de hacer otra salida al castillo”, destaca Campos.

Este palomar de Santa Cruz estuvo muchos años sin palomas pero de nuevo se reintrodujeron, un grupo de ellas, anilladas, y el guardián que tenía el castillo se encargaba de alimentarlas. Entre 2005 y 2006 hubo varios escapes de visones de granjas de la comarca, miles de ejemplares. Y al menos uno de ellos logró acceder al castillo. “Las palomas salían sobre las ocho de la mañana y un día llegamos y no estaban, el guardián bajó y vio que menos tres, las había matado todas. Había trepado por el muro”, destaca Verónica. Pero ahora hace años que de nuevo el pombal de Santa Cruz, casi invisible al visitante, es el hogar de un grupo de aves.

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