La fábrica de la luz de Betanzos: un “monumento” al abandono

El Gobierno gallego defendió recientemente en el Parlamento que la fábrica de Cerámicas de O Castro, el germen del proyecto Sargadelos, no cumplía, en su opinión, los requisitos para ser declarada monumento con protección integral. Sí que otorgó esa distinción a otro bien patrimonial de la comarca vinculado con la industria: la fábrica de la luz de Betanzos.

Este complejo, compuesto por sendos volúmenes diseñados por López-Cortón en 1895 y Rafael González Villar en 1910, fue declarado definitivamente bien catalogado en la categoría de monumento hace casi un lustro, en diciembre de 2018. La Xunta defendió entonces que esta distinción era una “medida adecuada para su salvaguarda” y para la ejecución sin más demoras de una serie de “actuaciones urgentes para frenar su deterioro” .

No fue así. La factoría, propiedad de General de Edificios y Solares, del grupo Naturgy, agoniza a orillas del río Mendo, a la entrada de la ciudad. El abandono se ensaña con este edificio modernista de A Ponte Nova, “testimonio significativo de la introducción de la electricidad en Galicia” y “obra representativa de la primera arquitectura industrial gallega”, en palabras de la Dirección Xeral de Patrimonio.

Al borde del colapso, con un enorme agujero en la cubierta, grietas en la fachada y cubierto de pintadas, el edificio que albergó la sede de las industrias de la familia Núñez, hace tiempo que dejó de atraer miradas de interés por sus singularidad arquitectónica o su valor histórico.

En los últimos meses, la fábrica de la luz se ha convertido en punto de encuentro para “trapicheos”, extremo que llevó al Concello de Betanzos a enviar a la Policía Local a desalojar las naves de este complejo y a instar a la empresa propietaria a reforzar la seguridad. Aunque el inmueble está vallado, el cierre puede salvarse con relativa facilidad y las puertas y ventanas de las naves y edificaciones auxiliares ofrecen escasa resistencia al allanamiento. Al contrario, varias están abiertas y hay, además, un enorme socavón en un extremo de la fachada del edificio principal.

Vecinos de la zona afirman que siguen registrándose incursiones, especialmente cuando cae la tarde. “Cualquier día hay un incendio”, pronostica una residente. No sería la primera vez que un edificio catalogado de Rafael González Villar sucumbe pasto de las llamas. Ocurrió ya en 2021 con Casa Carnicero, en Oleiros, reducida a escombros por un voraz incendio cuyas causas no llegaron a esclarecerse.

Tras varios anuncios incumplidos, las administraciones ya no ponen plazos para la rehabilitación de la antigua fábrica de la luz. En respuesta a una pregunta del BNG, la Consellería de Cultura defendió en 2022 en el Parlamento que su “compromiso” con la recuperación de este patrimonio era “máximo”, aunque evitó fijar plazos para ejecutar esos trabajos que consideraba urgentes en 2018 “para evitar la desaparición” de este patrimonio.

La Xunta defiende que se trata de una propiedad privada, que deben ser los titulares quienes garanticen su correcta conservación y que le corresponde al Concello velar porque la empresa cumpla las órdenes de ejecución. Apela además a la situación “enormemente compleja” en la que está inmersa el inmueble, con varios recursos aún por resolver.

Naturgy se resistió desde el principio a rehabilitar este edificio. La empresa pleiteó contra la catalogación del inmueble, aunque solo consiguió que la Justicia retirase la protección a los edificios anexos. Con posterioridad, apeló a los riesgos de seguridad que entrañaban las labores de consolidación desde el interior requeridas por el Concello, extremo que fue atendido y obligó al Consistorio a retirarle las multas.

Desde entonces, el Ayuntamiento brigantino afirma negociar con Naturgy la recuperación de este patrimonio industrial. SIn resultados visibles de momento. La fábrica de la luz sigue a oscuras.

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