El ‘boom’ del lavado autoservicio: cuatro locales en un radio de 500 metros en Santa Cristina

“En muchos pisos ya no hay tendedero ni lavadora y además la gente no tiene tiempo”, señala la propietaria de uno de estos negocios E“Ahorro tiempo y dinero”, afirma una clienta

Andrés, sacando su colada, ayer, en el autoservicio Laundry de Che Guevara.

Andrés, sacando su colada, ayer, en el autoservicio Laundry de Che Guevara. / I.R.

“Tengo lavadora y secadora en casa pero ahorro tiempo y dinero viniendo al autoservicio. En mi casa la secadora tarda como mínimo tres horas y aquí veinte minutos. Además, estas lavadoras tienen mucha más capacidad. En media hora tengo todo hecho”, explica Rut mientras saca sábanas y ropa de los dos hijos, que la acompañan, para meter en uno de los tambores del autolavado Servi Blue, que abrió hace poco en la avenida de Santa Cristina. “En los pisos además ya no hacen un sito específico para el tendal y poner la ropa delante de la ventana, no es estético. Aquí por cinco euros arreglas. Y yo lo tengo al lado de casa”, añade esta vecina de Santa Cristina. En el municipio de Oleiros se ha producido un boom de aperturas de negocios de lavado y secado de ropa de autoservicio. Existen actualmente siete y cuatro están en la parroquia de Perillo, en un radio de medio kilómetro desde la rotonda de Santa Cristina.

Andrés, ayer, retirando su colada en el autoservicio Laundry de Che Guevara.   | // I.R.

Eduardo, metiendo ropa en el servicio automático Servi Blue de Santa Cristina. | // I.R. / I.R.

Estos negocios tienen muchas características comunes en su funcionamiento y sus instalaciones. Están abiertos todos los días del año, normalmente de ocho de la mañana a once de la noche, con oferta de lavado y secado rápido, con el detergente y el jabón incluidos. La decoración suele ser en azul y blanco y en prácticamente todos tienen también máquinas de vending, de bebidas y aperitivos. El de Santa Cristina oferta, incluso, un fotomatón.

Local Auga&Xabón en Rosalía de Castro. |  // I.R

Local Auga&Xabón en Rosalía de Castro. | // I.R / M. Villar

También suelen tener wifi gratis para clientes. Cuentan con una máquina de pago, con monedas o tarjeta (en un caso también tienen su propia tarjeta con recarga). Y sobre todo, las paredes están llenas de carteles con instrucciones y consejos para que no llevarse ningún susto con la ropa. Anuncian también teléfonos de contacto por si hay una incidencia, duda o avería. Otros carteles alertan de lo que no se admite: alfombras (por el peso, no centrifuga) ni ropa de perro (por el siguiente cliente).

El ‘boom’ del lavado autoservicio: 4 locales en un radio de 500 metros de Santa Cristina

Autoservicio de lavandería El Jabón, frente a la rotonda de Sol y Mar. / I.R.

“En Oleiros aumentó muchísimo este tipo de negocios porque los pisos que se construyen ahora no tienen tendederos ni lavadora. Creo que es una tendencia que va a seguir así. Hay muchas familias que aprovechan el espacio de la lavadora y secadora para montar un pequeño estudio. Y en Galicia la ropa te tarda mucho en secar, además. En mi autolavandería, en menos de una hora tienes la ropa lavada y seca. Además de que los pisos ahora ya no tienen sitio, influye el cambio social, el no tener tiempo para las tareas del hogar. Es más cómodo. Es más, ya me están pidiendo que añada una máquina de planchado, además de secado, destaca Montse Bermúdez, dueña de la lavandería automática Auga&Xabón, en la calle Rosalía de Castro.

“Yo no soy usuario habitual, pero se me ha estropeado la lavadora y por eso he venido aquí. Creo que lo más eficiente sería montar una zona de lavandería y secadora común para todo el edificio, como en Estados Unidos. Yo tengo tendal en mi piso, pero exterior, si llueve tengo que ponerle un plástico encima”, afirma Andrés mientras saca su colada de una lavadora de catorce kilos de carga, Laundry, en la avenida Che Guevara.

“Vengo bastante, una vez a la semana, porque donde vivo no hay lavadora, es un piso pequeño. Traigo ropa de vestir y ropa de trabajo. Es un buen servicio y creo que sale barato. Se usa mucho la lavadora pequeña, de cinco euros, por eso casi siempre está ocupada”, destaca Eduardo, vecino de Santa Cristina.

“Al principio costó arrancar. Yo abrí en noviembre de 2018, fui de las primeras, y luego llegó la pandemia. Pero ahora bien. Aunque es un negocio que no necesita a nadie presente, yo voy todos los días. Tienes que desinfectar, limpiar las instalaciones, recargar. Muchas incidencias las resuelvo por teléfono, tienes que estar disponible todos los días del año”, dice Montse Bermúdez.

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