Tarrío: germen de deporte y valores
El colegio cullerdense forjó el Club Balonmán Culleredo, el que más licencias tiene de Galicia
“El deporte, la competición deportiva, es desde hace muchos años una de las señas de identidad que conforman la personalidad del colegio de Tarrío. Y tiene un nombre propio: José Manuel Fernández Rouco”, aseguró ayer la directora del colegio de Tarrío, Ana Liñares, en el último acto organizado para conmemorar los 50 años del centro. Los orígenes del colegio, que culminará con la Tarriomería la celebración de su aniversario, con el lema Deixando pegada, acogieron la gestación del Club Balonmán Culleredo, el que más licencias tiene en de toda Galicia en esta temporada.
En sus 20 años como profesor de Educación Física en Tarrío, Rouco promovió la práctica de deportes alternativos al “rey” fútbol, en especial, el balonmano y el voleibol, además del tiro con arco o el senderismo. De su semilla germinó, en 1992, la Agrupación Deportiva Tarrío, “la primera estructura vinculada al colegio”, en la que “se insertaron las actividades de balonmano, voleibol y senderismo”, explica el impulsor. La formación y los entrenamientos se planteaban como “actividades complementarias” a las clases y se buscaba que el colegio “tuviese una consecuencia educativa”, asegura. “Aunque parezca lo típico, era educar en valores. De hecho, hoy realizamos el acto en el Bosque dos Valores del colegio”, aseguró Rouco minutos antes del acto.
Las familias fueron fundamentales en la consolidación de la práctica deportiva en el centro. “Las ANPA hicieron mucho trabajo porque mantuvieron a los niños en varias modalidades deportivas y fomentaron que aquí se montase un ecosistema deportivo muy grande, muy amplio”, afirma Rouco. La labor del exprofesor rompió moldes en la época también porque “en un entorno rural, cuando empezó el colegio, en 1973, todavía en la dictadura, no era habitual que hubiera mujeres en el deporte, y aquí participaron niñas”, destacó el que fuera profesor y secretario de la Agrupación Deportiva Tarrío, José Otón, el primero en intervenir en el acto.
A la marcha de Rouco, recogió su testigo quien hoy es el presidente y, según el entorno del club, “el alma” del Club Balonmán Culleredo, Jacob Caneda. “Para explicar a este fenómeno habría que contratar a un equipo de sociólogos. En organización, en todo, nos superó a todos”, alabó Otón, quien señaló que el club cullerdense tiene en la actualidad “30 equipos compitiendo”.
“El deporte siempre nos enseña a enfrentarnos mejor a la vida. Fueron esos inicios lo que hoy es una especialidad en la formación de un centro extraordinario que supo mantener la idiosincrasia de nuestro concello”, sostuvo el alcalde, José Ramón Rioboo. “Gracias a este colegio conocemos otros deportes, otra forma de hacer deporte, y tenemos hombres y mujeres hechos y derechos con una educación deportiva y niños que no conciben la vida sin deporte”, ensalzó.
La camaradería, la solidaridad y “aprender a ganar con elegancia y a perder aceptando la derrota sin dramatismos” son algunos de los principales aprendizajes de la práctica deportiva, destacó la directora. “Gracias por dejar el colegio en un lugar tan digno y hacernos sentirnos orgullosos de pertenecer a una comunidad ejemplar en todas las facetas”, manifestó Liñares en el encuentro en el Bosque dos Valores, ante una treintena de asistentes. La celebración continuó con un aperitivo y concluyó con una comida junto al colegio.
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