La influencia de la oleirense María Wonenburger: las matemáticas detrás del móvil o las claves de seguridad

Las catedráticas coruñesas presentan hoy en As Torres de Santa Cruz el libro sobre esta científica que falleció hace una década

De izquierda a derecha, María José Souto y Ana Dorotea Tarrío.

De izquierda a derecha, María José Souto y Ana Dorotea Tarrío. / L.O.

El próximo mes de junio se cumple una década del fallecimiento de una de las grandes científicas e investigadoras españolas con relevancia internacional: la oleirense María Wonenburger Planells. Tras años de enseñanza en Canadá y Estados Unidos, y con solo 56 años, lo dejó todo para regresar a España a cuidar a su madre. Se jubiló y durante más de veinte años nadie se acordó de ella. Hasta que dos matemáticas la buscaron, la encontraron y conversaron con ella durante unos meses, escribiendo un artículo en una revista especializada en 2006. A partir de ese momento le llegaron los reconocimientos en este país, un premio con su nombre creado por la Xunta, un honoris causa por A Coruña.

La editorial Next Door Publisher contactó con estas autoras, la catedrática de Álgebra María José Souto Salorio y la catedrática de Matemática Aplicada Ana Dorotea Tarrío Tobar, de la Universidad coruñesa, para ampliar y actualizar aquel trabajo, ahora bajo el título: María Wonenburger: la atrevida matemática a la que nuestro país dio dos veces la espalda. Este libro se presenta hoy a las 19.00 horas en el teatro As Torres de Santa Cruz con presencia de las dos catedráticas autoras.

“Nos vimos cada semana durante meses cuando regresó a A Coruña. Era una persona muy amable, muy risueña y nos facilitó todo. Ella no estaba interesada en ser famosa y le sorprendió todo lo que vino después”, explicó Ana Tarrío.

María Wonenburger nació en Montrove en 1927 en una familia acomodada y culta de origen alsaciano por parte del tatarabuelo. Su abuelo creó en A Coruña una conocida fundición (había alcantarillas con el apellido, y también las rejas del puerto). Su padre quería que fuese ingeniera para seguir el negocio familiar pero ella siempre amó las matemáticas. Tras estudiar en el Eusebio da Garda se fue a Madrid en 1945, toda una hazaña para una mujer, sola, en aquellos años tras la Guerra Civil y que quería estudiar Matemáticas.

“Ella es un referente y tener uno, un ejemplo, es muy importante. Lo que ella consiguió lo hizo contra viento y marea. Hoy hay muchas profesoras de Matemáticas pero entonces no era lo normal, y además dedicada a la investigación. Es extraordinario cómo peleó por lo que le gustaba, salvando todos los obstáculos”, subrayó María José Souto.

De izquierda a derecha, María José Souto y Ana Tarrío. |   // L.O.

María Wonenburger en 2008 en su casa en A Pasaxe. / Carlos Pardellas

Wonenburger, que jugaba al baloncesto y al hockey sobre patines, aprendió inglés y alemán, se graduó y doctoró en la Universidad de Madrid. En clase no tomaba apuntes, por la noche redactaba todo lo que había escuchado. Sus profesores le aconsejaron completar estudios en el extranjero y se convirtió en la primera española en lograr una beca Fullbright de Estados Unidos, una de las más prestigiosas del mundo, que le permitió estudiar en la Universidad de Yale, donde se doctoró.

En 1957 regresó a España pero no le convalidaron sus títulos y tuvo que realizar otra tesis doctoral. La llamaron desde Canadá y allí estuvo trabajando como profesora de Matemáticas durante seis años. Después impartió clase en la Universidad de Buffalo y finalmente en Indiana.

“Que fuese mujer, que desarrollase su carrera en el extranjero, y en aquellos años, fueron circunstancias que favorecieron que se la reconociese tarde. También que su apellido no sonaba español,” indicó Tarrío, que precisó la razón del título del libro: “España le dio la espalda dos veces. Primero tras volver después de la beca Fullbright, al no convalidarle el título y tener que hacer otra tesis. Se la aprobaron pero por problemas burocrático, administrativos, no le dieron el título. Aquí no tenía oportunidades y un profesor le recomendó ir a Canadá”.

La especialidad de Wonenburger era la álgebra. “Está la ciencia básica y la ciencia aplicada. La aplicada está de moda porque es más práctica, más inmediata, y también recibe más ayudas. Pero para hacer ciencia aplicada tiene que haber un trabajo grandísimo de ciencia básica. Wonenburger hacía ciencia básica. Ella en los cincuenta inició la clasificación de unas estructuras que se llaman grupos. Existen grupos de movimientos del espacio (rotaciones, giros, traslaciones), de simetría... Todo eso, de manera abstracta, se estudia bajo el concepto de grupo. Ella empezó la clasificación de todos los grupos que existen, una ardua labor. Después vino la aplicación, en física, en informática. La teoría de grupos está muy, muy atrás, por ejemplo, de una llamada por el móvil, o en la búsqueda de claves de seguridad”, apuntó Souto, que destacó la gran “influencia” de la matemática oleirense, mencionada en muchos libros de enseñanza aún hoy en día.

“Trabajó en temas punteros en su época, sin aplicación inmediata pero relevante. Su tesis abrió un campo fundamental, con muchísimas aplicaciones, en física por ejemplo. No puede haber ciencia aplicada si no hay antes ciencia teórica. El TAC sabemos todos lo que es pero su origen está en la geometría integral, en algo abstracto. A María le gustaba el álgebra abstracta”, manifestó Ana Tarrío. “Ella luchó desde muy pequeña y su familia la apoyó, tuvo mucho tesón y es un referente hoy”, añadió.

Wonenburger dejó su carrera para regresar en 1983 a España y cuidar a su madre. Vivió entonces en una casa al pie de la ría de O Burgo. En una entrevista a este periódico en 2008, al preguntarle cuál había sido su mayor contribución al álgebra, afirmó: “Mis alumnos”. Su primer alumno de doctorado fue Robert Moody, y de la tesis que le dirigió salió la famosa Teoría de Kac-Moody, un nuevo tipo de álgebras. El propio Moody envió una carta a las catedráticas coruñesas en la que reconocía la gran aportación de Wonenburger a esta famosa y trascendental teoría. Esta científica que abrió tantos caminos falleció en junio de 2014 a los 87 años.

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