LA PELOTA NO SE MANCHA

El Deportivo y su dentista de Salamanca

Unionistas - Deportivo

Unionistas - Deportivo / LOF

Carlos Miranda

Carlos Miranda

“Ya hemos visitado al dentista, que pase el siguiente”. Hace unos años Caparrós acaparó titulares y se hizo viral cuando apenas se utilizaba esa palabra: Fue tras un partido en Barcelona. Llegaba como entrenador del Levante al Camp Nou, el revolcón había sido considerable y lo peor es que ya lo sabía y que poco remedio le podía poner. 90 minutos de sufrimiento que había que pasar como fuese. En diferentes términos y con matices, pero el Déporha tenido siempre en estos últimos años la misma sensación cada vez que ha jugado en el campo de Unionistas. Terrible. En las gradas y en las calles muy amigos, pero en cuanto rueda el balón es un suplicio. Al principio por el césped artificial, luego porque su rival siempre le plantea uno de los partidos más desagradables de toda la liga. Como si el césped le estuviese raspando en la cara durante una hora y media. Cambian los jugadores en ambos banos y la historia se repite. Muchas disputas, poco juego, transiciones rápidas, cero espacios. En la temporada de Borja quebró ahí su imbatibilidad, hace unos meses vio cómo le remontaban y se agudizaba la caída libre con Óscar Cano en el banquillo. Un año marca Christian Santos, al siguiente el exfabrilista Mario Losada. Allí las desgracias siempre están tocando la puerta.

La lesión de Barbero, el fallo de Germán Parreño... Este año no iba a ser menos. Al equipo coruñés le salvaron cierto empuje, no perderle la cara al duelo, un banquillo de quilates y la clase que destiló en un toque. Tan simple, tan difícil. El Dépor dio, de nuevo, esa sensación de roca, de control. Parecía impenetrable, no lo fue. Eso sí, durante muchos minutos le faltó una marcha más, entender el partido, un cambio de ritmo en los últimos metros. Fue inofensivo. El tanto y esa capacidad para embotellar a su rival le acabaron rescatando, mientras Unionistas pedía la hora con uno menos. La visita al dentista pudo ser peor, también mejor. Lo importante es pasarla, escuchar las señales, ejercitar la autocrítica y que pase un buen tiempo hasta que toque volver.