LA PELOTA NO SE MANCHA

El Dépor de la identidad, el Dépor que sobrevive

Lucas y Martín Ochoa

Lucas y Martín Ochoa / Arcay | Roller Agencia

Carlos Miranda

Carlos Miranda

El Dépor “resguardado” de Mikel Balenziaga, el Dépor de Idiakez que mira al “Amorebieta”, el Dépor que contrata a un psicólogo y lo tiene a pie de campo... El Dépor quiere ser muchos Dépor y todos lícitos. Se rearma y se rearma. La mayoría de los mensajes remiten a aislarse, a hacerse fuerte, a encontrar referentes en equipos que remontaron. Es un blindaje emocional, mental y, en algún punto, resultadista. Algo ineludible porque la tabla ahoga. Busca el proyecto blanquiazul la fuerza y el camino para llegar a donde tanto desea. Es muchas veces ese fuego que a veces le consume y le cortocircuita el que genera mirar tanto a la meta y no así al camino. Y en ese trayecto, además de sumar y sumar y de ser una roca psicológica, debe encontrar qué equipo quiere ser. Está claro que las bajas de Iván Barbero y Yeremay Hernández le hirieron de muerte después de salir espléndido de Lugo. Pero han pasado desde entonces varios meses y es difícil responder a esa pregunta. ¿Es el Dépor de las bandas? ¿El que es fuerte por dentro? ¿El de los laterales largos? ¿El que juega con delantero o con Lucas de falso nueve? Le acompaña, eso sí, una fortaleza defensiva que habla por él y que le cimienta. Le queda por definirse como equipo, sobre todo, en ataque. Y no es una tarea menor ni secundaria, no es algo que pueda ir aparcando por el camino, mientras va sobreviviendo y dando un paso tras otro, pese a todo y a todos. El éxito final depende también de su consistencia como equipo y de lo que quiera ser. A día de hoy, mediados del mes de octubre, cuesta saberlo.

Ha pasado casi un tercio de liga y sigue buscando qué equipo pretende ser. Sin saberlo no conseguirá nada

Tener una identidad no es jugar mejor o peor, según ciertos cánones. Es tener un patrón, ser peligroso y sentirse cómodo con él. Cada vez que coge el balón sin tener campo abierto el Deportivo parece seguir yendo de puntillas, a ciegas y palpando. Ante la SD Logroñés le dio un nueva vuelta a su apuesta, algo que era casi inevitable tras el revolcón de Irún. Estuvo fallón, impreciso, aunque generó volumen ofensivo. Inició, eso sí, algo que puede ser una vía para construirse como equipo. El 1-0 tan pronto y el nivel de los riojanos hacen dudar de la fiabilidad de la prueba.

A Pablo Vázquez lo quiso el Dépor los dos últimos años. Es imposible no pensar qué habría sido de esos equipos con él

Con Diego Villares como pieza bailable y adaptable, a veces al Deportivo se le reconoce por omisión. Por unos centrales contundentes y líderes que marcan a un equipo, por un trío sobre el que edificar para sentirse fuerte en el medio y por Lucas Pérez en diferentes posiciones y alturas, aunque sobre todo de diez. Para hacer jugar más que para definir y bregarse con los defensas. Le falta al Dépor proponer, ajustarse y sentirse cómodo como protagonista, algo de lo que no va a poder rehuir, dada su condición en la categoría y la cantidad de partidos en los que se encontrará a su rival replegado. Está cómodo presionando arriba y robando. No le va a llegar. Sigue chocando las dificultades que encuentra para jugar desde atrás con los mimbres que tiene. Paso a paso, pero con un camino que debe encontrar y sin rehuir de realidades que le pondrán a prueba. Le está costando más de lo que debería. Su realidad en esta Primera RFEF le concede aún margen y tiene más mimbres que nadie.

Hay que ver más al Dépor Abanca y al Fabril en Riazor. En A Coruña siempre es fiesta cuando juega cualquier Dépor

Hay dos señas de identidad del nuevo Dépor, eso sí, que parecen ciencia ficción si se atiende a sus últimas temporadas: se ha convertido en un peligro a balón parado y sus números dicen que es casi tan bueno fuera como en Riazor. Nadie iba a creer hace unos meses que, a estas alturas, el equipo coruñés iba a llevar cinco goles de sus centrales, gran parte en jugadas de laboratorio, y que esa vía para golear iba a ser la predilecta. De déficit a virtud y faro. Defienden, golean. Todo por fichar a un activo como Pablo Vázquez y tras liberar de la maldición a Pablo Martínez. El fútbol ficción es muy sencillo, tramposo y casi siempre conduce a finales felices. Pero a veces es imposible no elucubrar qué habría sido de los dos proyectos previos del Dépor con Pablo Vázquez en sus filas. Lo intentaron convencer y no hubo manera. Con todo lo que podría haber hecho para solucionar los problemas en los centros laterales...

Una llama imparable

Riazor abrió las puertas para el Dépor Abanca 900 días después. Es una pena haber tenido que esperar tanto, aunque también es cierto que hubo ocasiones en que las propias futbolistas quisieron quedarse en Abegondo en momentos cruciales de la temporada, porque sentían que aquella era su casa, que no querían perder esa comodidad con un ascenso por el medio. Fue reconfortante ver a casi 7.000 espectadores en las gradas, compartir esa llama que ha encendido hace tiempo el fútbol femenino y que se ha avivado tras el título Mundial de España y su lucha por la igualdad en la Federación. Son referentes, es un movimiento imparable y el Dépor no ha sido ajeno a esta sensibilidad desde que refundó su equipo en 2016. Guías de Galicia. Hay que verlas más en Riazor o incluso en A Coruña, aunque la ciudad no tiene recintos medios para acoger este tipo de partidos. Y no solo a ellas, también al Fabril. Es un equipo con nombres que se recordarán con el paso del tiempo y para el deportivismo siempre es fiesta cuando juega su equipo. En los últimos años también se ha generado una sensibilidad especial hacia la cantera y hay que aprovecharla, en todos los sentidos.

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