Opinión

Ideas sobre el sistema universitario gallego

El sistema universitario gallego es bueno, pero es mejorable. Para ello, lo primero es centrar el debate. Hay que despejar la idea de que urge fusionar universidades, utilizando la misma lógica con la que hablamos de aeropuertos, por ejemplo. Son realidades completamente distintas. La masa crítica para que un aeropuerto pueda ser relevante en el mapa es de millones de usuarios. Universidades de 20.000 o 30.000 estudiantes son norma por el mundo adelante. De hecho, las mejores están en estos rangos o por debajo. Tres universidades para un país de casi tres millones de personas es algo muy razonable en perspectiva internacional.

La eliminación de campus tampoco debería ser prioridad. Mantener siete en Galicia facilita la difusión de los beneficios de todo tipo hacia el tejido productivo y social. El foco debe estar en la planificación global de titulaciones: cerrar grados duplicados y con poca demanda, redirigir recursos hacia programas con demanda social y económica y perseverar en la especialización de los campus.

Sin duda, necesitamos impulsar muy significativamente la enseñanza de posgrado. Mi impresión general es que la calidad y cantidad de la oferta está claramente por debajo del potencial. Necesitamos una gestión mucho más ágil, más recursos para la administración y atención a los estudiantes, capacidad económica para contratar profesores invitados y conferenciantes de primer nivel, desgravaciones docentes significativas para los profesores que asumen la exigente dirección de esos cursos, patrocinadores que se comprometan.

En el ámbito de la investigación, la clave está, de nuevo, en la flexibilidad. Cada vez es más difícil hacer investigación y transferencia dentro del corsé de la administración pública. La realidad es que los rectorados y las gerencias se esfuerzan por buscar soluciones, pero se pierde muchísimo esfuerzo y oportunidades por no contar con fórmulas más flexibles. Y hablando de transferencia, está claro que podemos y debemos hacer muchísimo más si queremos que las universidades gallegas sean cerebros auxiliares de la sociedad gallega y la administración autonómica y local, que estén en los sitios en los que hace falta consejo y ayuda, y en la definición de políticas públicas y estrategias empresariales.

Finalmente, la renovación de las hoy envejecidas plantillas es un desafío crucial. Por eso, es necesario analizar detalladamente las necesidades de cada departamento, proyectar las demandas de recursos humanos y buscar soluciones para la transición generacional. Actuar con determinación ahora evitará arrepentimientos futuros.