La Opinión de A Coruña

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Francisco Pita Gutiérrez Médico especialista en Endocrinología y coordinador de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac)

“La dieta saludable es uno de los mejores tratamientos preventivos que existen”

“La alimentación oral asistida o de confort es la alternativa más recomendable para las personas con demencia avanzada. Cuando no podemos curar, hay que cuidar y evitar dolor y síntomas”

El doctor Francisco Pita Gutiérrez, ayer, en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac). Carlos Pardellas.

El doctor Francisco Pita Gutiérrez, médico especialista en Endocrinología y coordinador de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), impartirá esta tarde una charla sobre 'Nutrición y alimentación en personas con demencia', organizada por Asociación de Familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias de A Coruña (Afaco). La cita arranca a las 17.00 horas, en la sede de la Fundación Barrié, y la entrada es gratuita hasta completar el aforo.

¿Qué papel juega la alimentación en la prevención de la demencia?

Se estima que hasta un 40% de las demencias podrían prevenirse actuando sobre varios factores de riesgo, algunos de los cuales tienen que ver, directamente, con una alimentación saludable. La hipertensión, la diabetes, la obesidad… son enfermedades cardiovasculares que se relacionan con un porcentaje significativo de demencia.

¿Puede contribuir el consumo de ciertos alimentos a disminuir el riesgo de desarrollar esa dolencia?

No hay datos suficientes que indiquen si existen alimentos específicos o dietas que reduzcan el riesgo de demencia, pero sí vemos que un patrón de alimentación saludable, como la dieta mediterránea, junto con el ejercicio físico y evitar el sobrepeso, disminuyen las enfermedades cardiovasculares, y también el componente de daño vascular y neuronal de la demencia.

¿La alimentación es un cuidado o forma parte del tratamiento en la demencia?

La dieta saludable es uno de los mejores tratamientos preventivos que existen, al igual que el ejercicio físico y evitar el consumo de tóxicos, como el tabaco y el alcohol. Sin embargo, en la fase final de la demencia, cuando estamos ante la enfermedad avanzada, la alimentación es un cuidado con el que se debe intentar que el afectado esté confortable.

¿Qué dieta hay que seguir tras el diagnóstico de esa enfermedad?

Una dieta saludable, como la mediterránea. Hay que asegurar el consumo de tres piezas de frutas al día, frutos secos crudos (no fritos) de tres a siete veces por semana, dos raciones de lácteos al día, las mismas de verduras/hortalizas y derivados de cereales (pan, arroz…) también a diario (a poder ser, integrales); priorizar el consumo de pescado sobre carne; y emplear aceite de oliva como fuente de grasa principal. Se recomienda, además, minimizar la ingesta de sal, azúcar y grasas saturadas y trans, que se encuentran en productos procesados.

¿Cuáles son los problemas relacionados con la alimentación más frecuentes en la demencia?

Cuando una persona tiene una demencia avanzada, puede empezar a presentar problemas con la deglución (disfagia), dificultades para coordinar los movimientos de esa deglución (apraxia deglutoria), incapacidad para llevar los alimentos a la boca y negativa a la ingesta. Estos problemas van a aparecer con la evolución de la dolencia y son un signo de que el afectado está en la fase final. Con todo, no siempre que una persona con demencia avanzada deja de comer de un modo brusco es por la enfermedad en sí misma. Suele haber algún factor de descompensación (una infección, determinada medicación…) que desencadene esa situación.

Si esos problemas se agudizan y al paciente le cuesta ingerir alimentos, ¿se recomienda la alimentación por sonda o es desaconsejable?

Los datos científicos disponibles en la actualidad no apoyan el empleo de la sonda nasogástrica en los pacientes con demencia avanzada porque no aumenta su supervivencia, no disminuye el riesgo de neumonía por aspiración ni de úlceras por presión y tampoco mejora su estado nutricional y funcional ni su calidad de vida. Además, existen riesgos asociados a la colocación y mantenimiento de la misma. Habiendo una alternativa sin esas complicaciones y sin peores resultados, como es la alimentación oral asistida o de confort, no se recomienda el uso de la sonda nasogástrica para alimentar en la demencia avanzada. En estos casos, es muy importante entender que no es que no se esté haciendo nada por el paciente al no ponerle una sonda. Al contrario. Se busca la mayor comodidad y calidad de vida en la fase final de su enfermedad. Cuando no podemos curar, hay que cuidar y evitar dolor y síntomas.

¿En qué consiste la alimentación de confort?

Lo que se propone, con este tipo de alimentación, es dar de comer a la persona con demencia avanzada siempre que no esté incómoda y lo acepte. Si se niega, lo rechaza o come poco, se evita forzar la ingesta y se continúa con interacciones frecuentes con ese paciente para asegurar la higiene de la boca, la comunicación oral cariñosa o el contacto físico terapéutico. La intención es doble: procurar la alimentación de forma individualizada y hacerlo siempre bajo la perspectiva de no producir más daño. Los objetivos son la comodidad y la calidad de vida del enfermo, evitando medidas invasivas. Es, desde luego, la mejor alternativa para alimentar a una persona con demencia avanzada.

¿Qué alimentos o texturas conviene obviar en estos casos?

Hay que tener mucho cuidado, por ejemplo, con el agua, porque en la disfagia orofaríngea se produce un paso del líquido a la vía respiratoria, con el resultado de una neumonía. En la alimentación de confort se suelen realizar técnicas y maniobras compensatorias, asegurando una postura cómoda, con el paciente erguido y el mentón acercándose al esternón. Lo mejor para la deglución segura es basarse en una textura uniforme, tipo puré o crema. También se pueden ingerir alimentos de fácil deglución, como la patata cocida, sin embargo, el pan de molde puede ser peligroso por el riesgo de quedarse adherido al paladar.

¿Algo más?

Es importante evitar los platos de doble textura, como la sopa de pasta, la crema con picatostes, las lentejas, los callos o el caldo gallego, así como alimentos que desprenden agua al morderlos o masticarlos, como el melón, la sandía, la naranja o el helado.

Si aún así el paciente con demencia avanzada rechaza la ingesta de alimentos, ¿cómo hay que proceder?

Si el rechazo se produce de forma brusca y el paciente está más dormido o menos comunicativo de lo habitual, es probable que sea debido a una infección, a cierta medicación o a otro proceso intercurrente, por tanto, si no mejora, habría que consultarlo con su médico habitual. Cuando no es así, y el rechazo a la ingesta se establece de modo crónico, hay distintas posibilidades, como variar o introducir nuevos platos o alimentos, potenciar sabores con especias, evitar la restricción estricta de sal y azúcar… Hay que intentar aprovechar cualquier momento para que el paciente con demencia avanzada pueda comer. Si se niega a hacerlo, por ejemplo, al mediodía, se puede adelantar la merienda o hacer una colación intermedia. Sí es importante, en todo caso, mantener la hidratación, porque al no pedir agua y estar su mecanismo de la sed más deteriorado, el riesgo de deshidratarse es mayor.

“Es aconsejable que los pacientes con demencia elaboren un documento de instrucciones previas en fases tempranas de la enfermedad”

¿De quién depende la decisión de recurrir a la alimentación de confort o a la sonda en la demencia avanzada?

Debería depender del paciente, no obstante, muchas veces no tenemos esta información documentada y hay que plantear la situación con los cuidadores, familiares o allegados, y decidir en función de lo que se considera mejor para el enfermo y lo que él hubiese deseado.

No siempre será fácil...

Los cuidadores y familiares quieren lo mejor para el paciente con demencia, pero creen que lo mejor es colocar una sonda porque si no les parece que lo están dejando morir de hambre. Y no se está muriendo de hambre. Se está muriendo por la evolución de su enfermedad. Al dialogar con ellos y explicarles con calma la situación, el pronóstico y las alternativas, en general prefieren la alimentación de confort y se sienten muy aliviados porque entienden que su elección no va a dañar a su ser querido ni le va a recortar calidad ni cantidad de vida. Al contrario.

¿Es aconsejable que los pacientes con demencia registren su voluntad, al respecto de esta cuestión, en un documento de instrucciones previas?

Todos deberíamos reflexionar sobre lo que queremos que se haga en el momento en que no podamos decidir por nosotros mismos. Teniéndolo claro, conviene redactar un documento de instrucciones previas. Sería aconsejable, de hecho, que todas las personas con demencia u otra dolencia neurodegenerativa pudiesen tenerlo elaborado en las fases tempranas de su enfermedad. Muchos profesionales, sobre todo médicos de Atención Primaria y especialistas en Neurología, trabajan en estos aspectos de toma de decisiones durante la evolución de la demencia, conversando, dialogando y reflexionando con los pacientes. Es lo que se denomina “planificación compartida de la atención”, y el objetivo es que el enfermo sepa qué posibilidades hay y hasta dónde y cómo quiere llegar, porque cada uno de nosotros tiene su concepto de calidad de vida.

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