El auge del vinilo en A Coruña: Una fiebre a 33 revoluciones por minuto

Coleccionistas y usuarios de este formato, cuyas ventas ya superan a las del CD, explican su auge y condición de culto

Nonito Pereira Rey, con discos en su almacén de las galerías de la calle Real.  // Víctor Echave

Nonito Pereira Rey, con discos en su almacén de las galerías de la calle Real. // Víctor Echave / Víctor Echave

¿Dijo alguien alguna vez que los vinilos iban a desaparecer, que el láser del CD acabaría con el crujido de la aguja? Los augurios que hace más de tres décadas fueron pesimistas hoy tropiezan con una realidad que consolida la supervivencia comercial de los viejos LPs sin dejar de magnificar la condición de culto que alcanzan. Por primera vez en los últimos 30 años, la venta de vinilos en España fue superior a la de CDs, un 54% frente a un 44%, de acuerdo con los datos del último informe semestral de Promusicae. Se veía venir. Y no coge por sorpresa a los melómanos de la música y los fanáticos del vinilo que los escuchan, compran y comparten en A Coruña, según expresan (y se felicitan) en este reportaje.

En la última feria del disco organizada en la ciudad en el hotel Hesperia, donde los aficionados podían comprar y vender ejemplares y revolver en cajas entre miles de obras nuevas y antiguas, había muchos más vinilos que CDs. El mismo panorama ofrecía el mercado del disco del festival Noroeste en la plaza de San Agustín en agosto pasado. Porque si el vinilo ha resistido el apogeo de un CD que en la última década se ha desinflado, vencido por las plataformas y formatos digitales de la actualidad, es por la pasión incondicional de sus oyentes, los que los compran con distinta frecuencia y los que los coleccionan sin moderación.

Hoy crece la oferta en la ciudad, como demuestra la aparición de tiendas como La Galleta Records o 7 pulgadas (por no decir el aumento de estanterías dedicadas a vinilos nuevos o reeditados en algunas superficies comerciales) o la existencia de mercadillos, como el de Nonito Pereira Rey, donde se pueden encontrar rarezas, frivolidades y música de culto que una vez fue registrada en acetato en cualquier rincón del planeta.

La aparición de este tipo de mercados, gran parte online y provistos de vastas cantidades de vinilos que en pocos días pueden cruzar océanos, y la devoción por un formato que permite escuchar la música con mayor calidad, explican según los vinilófilos consultados por este periódico por qué el LP mantiene tan buena salud. Incluso bandas con apenas música en circulación se lanzan a publicar sus primeras canciones en vinilo, aunque el proceso no resulte tan fácil. Por amor a la aguja de la que sale el poder evocador de la música.

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Si sabes cuántos discos tienes, es que no tienes suficientes. Es un dicho en el mundillo del coleccionismo musical. Nonito Pereira Rey desconoce la cifra de los vinilos que guarda —tampoco de sus discos en otro formato—, y sigue comprando. Ahora gasta más en lotes de discos usados, donde aparecen más tesoros, joyas impensables, rarezas increíbles. “Hace un par de semanas conseguí uno donde había varias primeras ediciones americanas de la Fania Records. Entre ellas estaba el disco de Willie Colón con Héctor Lavoe que trae El día de mi suerte, una canción grabada en 1975 que se la recomiendo a cualquier amante del estilo de Manu Chao y Mano Negra”, pone como ejemplo.

Desprende pasión al explicarlo, porque al comprar no deja de entusiasmarse. “Es un ritual, cada vez que viajo a una ciudad lo primero que busco son las tiendas de discos para comprar algún souvenir”, confiesa. Otro ejemplo: “Cuando falleció Renato Carosone estaba de luna de miel recorriendo Italia y entré en un cul-de-sac en Sorrento para comprar algo de música napolitana. Salí de allí con un disco de Peter Van Wood, un guitarrista holandés de los primeros en usar efectos como la reverb en Europa, que formó un trío excepcional junto a Carosone y el batería Gegé De Giacomo. Años después vi una noticia que informaba sobre una demanda presentada por Van Wood a Coldplay por plagio, y aquel momento vivido emergió entre los recuerdos inevitablemente”.

Pereira Rey empezó a coleccionar desde los 12 años, cuando le regalaron su primer tocadiscos. La fiebre de la música se la transmitió su padre, el que fuera crítico y promotor —y también coleccionista— Nonito Pereira. “En su tienda, Nito’s, ayudaba durante las Navidades ordenando y envolviendo; “a cambio podía escoger los discos que me gustasen”, recuerda. Muchos años después tuvo su propia tienda, Noni’s, nunca dejó de estar vinculado a la música en la ciudad y hoy es el responsable del mercadillo de discos situado en las galerías comerciales entre las calles Real y Olmos. Así que de vinilos, CDs y sus consumidores es sobrado conocedor.

“Si lo segmentamos por edades el grupo más numeroso de compradores de vinilo somos los baby boomers, porque tal vez seamos la generación con mayor cultura musical del presente. Vivimos una buena época creativa y de numerosos avances tecnológicos aplicados a la música en los últimos cuarenta años, absorbimos estilos de la época de nuestros padres, y en cierto modo prestamos atención a lo que escuchan nuestros hijos. El otro día me sorprendió que un chaval de 14 años me preguntase por discos de Oingo Boingo, el primer grupo de Danny Elfman antes de convertirse en el compositor de cabecera de Tim Burton”, cuenta Nonito Pereira Rey.

Y hoy, el vinilo revive y seduce, se consolida entre coleccionistas y melómanos y, según los datos oficiales, supera en ventas al CD. Hay más de una causa. “La aparición de distintos mercadillos en internet ha facilitado el acceso a casi cualquier LP. Desde A Coruña puedes comprar a un vendedor de Hong Kong, y a la inversa. También la segunda mano es determinante. Y hay que tener en cuenta que los informes de Promusicae en España, o Billboard en Estados Unidos, no contabilizan las ventas de discos usados, solo muestran la punta del iceberg”, explica Pereira Rey.

“¿Desaparecieron los LP, como se pronosticó? No. ¿Y los vinilos lo harán? Responde un experto: “Ni el vinilo ni el CD son ya la unidad de consumo universal, pero tampoco lo es el MP3. ¿Quién paga por descargar una canción actualmente? Con la revolución digital se ha impuesto el streaming, es decir pagar por escuchar. Y aunque ahora existan plataformas gratuitas, en cualquier momento pueden cambiar las reglas del juego. Sinceramente, no sé si el CD o el vinilo desaparecerán algún día, pero me da la impresión de que, de hacerlo, todavía va a tardar en llegar ese momento”.

Joaquín Villaverde con una compañera en la tienda 7 pulgadas.

Joaquín Villaverde con una compañera en la tienda 7 pulgadas. / Carlos Pardellas

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Hace un año nació en el número 121 de la avenida de Oza un nuevo rincón para amantes de los vinilos. Joaquín Villaverde hizo realidad 7 Pulgadas, una tienda que ya formaba parte del universo online. “Como cada vez el inventario era más grande quería montar una tienda física”, revela. Toda una vida de afición a los vinilos le ha permitido “tener rarezas, discos difíciles de encontrar y cosas más normales”.

A este establecimiento se acercan “coleccionistas, pero también gente que busca un vinilo actual” porque “ahora casi todos los grupos publican en este formato”. “Existe el comprador de música de toda la vida, pero también vemos mucha gente joven, de 20 años, que empieza a comprar por primera vez vinilos”, señala. La suma de ambos públicos hace que el vinilo vuelva a estar en auge.

Para Villaverde, es “curioso que reviva el formato” en un momento en el que la digitalización es protagonista. El dueño de la tienda opina que el éxito está en el propio objeto. “El vinilo es algo que el digital no puede reemplazar. La gente quiere tenerlo en físico. Es como quien colecciona relojes, lo quiere tener en la mano”, reflexiona.

Joaquín Villaverde recuerda que “en los años 80-90, el formato físico era un ingreso muy importante para los grupos”, algo que con los años “se perdió”. “Había artistas que ni siquiera giraban, solo facturaban de los discos”, insiste. Ahora estos vinilos vuelven a estar de actualidad. Rosalía, C. Tangana o Arctic Monkeys publican sus últimos éxitos en este formato. Algunos incluso apuestan también por el cassette. “No se pueden comparar las plataformas digitales de música con tener un disco físico. Es como el libro digital. Es bueno y puedes tener 100.000 libros, pero tú solo quieres leer uno”, apunta.

Villaverde asegura que “muchos adolescentes están descubriendo que no todo es Spotify” sino que también se puede disfrutar de “una portada, las letras, el cambio de cara…”. Es, quizá, una forma de “sentir más cerca al grupo o al artista que te gusta”. Y 7 Pulgadas vende esas sensaciones: “Es algo que te pertenece”.

Vanessa Casteleiro sostiene dos vinilos ante la mesa de DJ.

Vanessa Casteleiro sostiene dos vinilos ante la mesa de DJ. / Víctor Echave

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Pinchar en vinilo es algo especial. Si no que le pregunten a Vanessa Casteleiro, que se inició en el mundo de los DJ por su amor por este formato, pero también por “dar a las mujeres más presencia en el panorama musical”. Un plan que creó junto a su compañera Marta Lorenzo. Ambas cogieron sus discos favoritos y se pusieron a los platos para crear Chicass Vinyl Club. “Todo empezó porque teníamos una colección de vinilos de diferentes géneros, sobre todo de los años 60, 70 y 80, y notamos que había muy pocas mujeres que fuesen DJ y pinchasen vinilos”, explica.

La primera oportunidad se la dio el bar Ummagumma de la calle del Orzán. “Fue el primer sitio en el que pinchamos. Ahí, cada fin de semana y, sobre todo, cuando se celebra el Festival Noroeste, hay pinchadas de vinilos. Nos gusta mucho”, reconoce Casteleiro, que le da mucha importancia al formato. Tanto ella como Lorenzo miran fuera y así se dieron cuenta de que “en Sudámerica, por ejemplo, hay muchísimas referencias de DJ mujeres que pinchan en vinilo”. “También en Canarias”, añade la melómana.

Chicass Vinyl Club se “subió al carro de los vinilos” y no piensa bajarse de ahí. “Por el formato y también por las mujeres”, declara Vanessa Casteleiro. Tiene claro que pinchar en este formato aporta algo diferente. “Entendemos que el mundo digital tiene más posibilidades e incluso facilidades, por el transporte y los equipos, pero hay canciones que solo se editaron en vinilo y eso tiene muchísimo valor para nosotras”, detalla, y aclara que “aunque en grandes salas o festivales no se puede apreciar, el sonido es diferente”.

Casteleiro y Lorenzo están enganchadas al vinilo porque “se puede tocar, ir a las tiendas, elegirlos...”. Todo un ritual que hace que cada sesión de DJ sea diferente. “Si los tratas bien, los vinilos te duran 100 años. Más que el CD. No hay color”, destaca la coruñesa, que opina que en esta supervivencia del vinilo “hay mucho que agradecer al mundo de la electrónica”. “Cuando el vinilo estaba de capa caída, con la aparición de los formatos digitales, la electrónica mantuvo ese mercado”, expone Casteleiro.

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