Rebajas con pulso prepandémico en A Coruña

El primer día de ofertas tras la Navidad registra una afluencia considerable en grandes superficies y en pequeño comercio | “La gente necesitaba salir, regalar, juntarse”

Clientes acceden al Corte Inglés a primera hora de ayer

Clientes acceden al Corte Inglés a primera hora de ayer / CARLOS PARDELLAS

“Está siendo maravilloso”. Así calificaba ayer una empleada del Corte Inglés de Ramón y Cajal la primera jornada de rebajas del año. Hace unos años, la imagen de las aglomeraciones de personas que esperaban ansiosas a primera hora a que abrieran las puertas de las grandes superficies abría telediarios. Los nuevos usos y costumbres de compra, con la irrupción de las compras en Internet, fueron mitigando el impacto del primer día de saldos, que las restricciones de la pandemia cercenaron definitivamente durante los últimos dos años. Hasta ayer. No hubo avalanchas ante las puertas de los comercios, pero sí un flujo de gente como el que hacía tiempo que sus responsables no veían. 

“Lo achacamos al final de la pandemia. La gente necesitaba salir, regalar, juntarse, celebrar”, cuenta la trabajadora de la superficie comercial. La caravana de coches que enfilaba la avenida de Monelos en dirección a Ramón y Cajal atestiguaba, como una primera aproximación, el trajín de bolsas, tickets regalo, tallas, cambios, devoluciones y regalos de última hora que se vivía intramuros desde primera hora. Una circunstancia nada habitual en sábado, pero que se dio ayer en medio de la concatenación de casualidades. “Es raro que haya tanta gente desde primera hora, porque los sábados la gente siempre tarda un poco en llegar desde que abres, espera un poco para venir. Hoy no”, asegura la empleada.

Letreros que anuncian las rebajas.   | // CARLOS PARDELLAS

Letreros que anuncian las rebajas. | // CARLOS PARDELLAS / Marta Otero Mayán

Por los pasillos de la superficie, colas en las áreas destinadas a calzado, ropa y complementos, y algo más de alivio en menaje, perfumería y cosmética. “Aquí esta zona está mucho más tranquila siempre porque hay poca rebaja. La gente que entra tira toda hacia las plantas de arriba, ya ves”, comenta una de las trabajadoras de la perfumería, señalando hacia las escaleras mecánicas abarrotadas de personas provistas de bolsas para hacer cambios o devoluciones o que se aventuraban en busca de las mejores gangas. Hay para quien, incluso, el día 7 es más especial que el 6.“Yo solo pido dinero por Reyes para venir a comprar hoy lo que me gusta. Es más divertido, lo paso mejor y no tengo que devolver nada que no me guste”, explica Susana González, una joven que revisa, junto a sus amigas, las ofertas de las tiendas del centro comercial Cuatro Caminos. 

En la plaza de Lugo, otra de las zonas comerciales más dinámicas de la ciudad, el panorama se repetía. La calle Compostela y los aledaños del mercado eran un ir y venir constante de compradores que prefieren el comercio al aire libre que las grandes superficies. “Recuerdo que el año pasado vinimos el mismo día y no había nadie, ni la mitad de la gente. Nada que ver. Estaba todo el mundo confinado con COVID, no parecían rebajas”, comentan Marta Pardo y Nieves Sánchez, madre e hija que, cogidas del ganchete y con sendas bolsas rojas en las manos, ya se han hecho con las primeras gangas del día en las tiendas. A algunos de los trabajadores les cuesta creer que se hayan despejado los malos augurios. “Teníamos algo de miedo, tanto que avisaban de que venía una crisis terrible. Parece que vamos aguantando”, cruza los dedos Sara R., empleada de un comercio de moda.

Entre los compradores de ropa, bolsos y joyas, todavía atraviesa la plaza una nada despreciable cantidad de gente con los últimos roscones de la temporada, a quienes no parece calar el dicho de “pasó el día pasó la romería”. “Yo la cola no la hago, pero tampoco me quedo sin él”, cuenta Rosa, cargada con dos roscones envueltos en el clásico papel amarillo de Glaccé, estampa inusual a 7 de enero. No solo las grandes superficies y las cadenas comerciales han hecho su agosto en este enero de recuperación. También el comercio de barrio encaró ayer una jornada provechosa en ventas, con una afluencia de compradores que invitaba al optimismo, si bien los comerciantes, curados de espantos varios, se mostraban prudentes. 

Bonanza en el comercio local

“Hubo mucha gente, sí, pero eso no quiere decir que vaya a traducirse todo en ventas. La gente está a la búsqueda de oportunidades. Aun así, estamos muy contentos”, asegura el presidente de la Federación Unión de Comercio Coruñesa (FUCC), José Luis Boado. En el comportamiento del consumidor observa un cambio de tendencia: de la búsqueda arbitraria del producto rebajado, a la procura de lo necesario a precios asequibles. “La tendencia de consumo es al ahorro y a la búsqueda de cosas concretas. Antes se iba a la oferta, fuera lo que fuera, ahora a lo concreto y a lo que se necesita”, valora Boado, que se muestra satisfecho por el viraje que ha dado la percepción del consumidor sobre las tiendas de barrio: de los años en los que el comercio online mordía las ventas a pie de calle, a un nuevo horizonte en el que el cliente vuelve a valorar la proximidad y lo tangible. 

“Creo que la gente sabe que el pequeño comercio es tan competitivo como las grandes superficies. El precio, sobre todo en los barrios periféricos, es ajustado. Antes mucha gente veía las cosas en los comercios y luego lo compraba por internet. Ahora vemos que es al revés: lo ven en la web y bajan a comprarlo a la tienda”, valora. Una costumbre que esperan que arraigue para el resto del año. “Hay intención del barrio. Lo que no conseguimos durante la pandemia lo estamos consiguiendo ahora: creación de identidad de barrio, de vecinos, de generar una economía circular”, describe. 

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